Checoslovaquia

Antes de la Gran Guerra, Bohemia y Moravia estaban integradas dentro de Austria, y Eslovaquia en Hungría (y las tres, obviamente, en el Imperio Austrohúngaro) y eran zonas fuertemente industrializadas, aunque su situación era bastante distinta, en especial porque el sistema parlamentario austriaco permitía cierta autonomía checa, a diferencia de lo que ocurría en Hungría. Durante la guerra, gran número de tropas checas y eslovacas desertaron a Rusia y formaron la Legión Checoslovaca para luchar contra las potencias centrales. Al final de la contienda, negociaron con los aliados la desmembración de Austria-Hungría y la creación de un estado checoslovaco, que fue proclamado oficialmente en octubre de 1918 y que, tras el tratado de Trianon en 1920, incorporó parte de Rutenia al este. En 1921 firmó la llamada Pequeña Entente, una alianza con Rumanía y Yugoslavia bajo auspicios franceses para frenar el revisionismo húngaro y germánico.

Estación de Hlavni Nadrazi, Praga

Sin embargo, pronto surgieron problemas, en parte por las diferencias económicas, culturales y religiosas entre checos y eslovacos (que se oponían a una centralización del estado en Bohemia y pedían más autonomía) y sobre todo con las importantes minorías alemana y húngara que habían quedado en territorio checoslovaco. Destaca sobre todo el llamado problema de los sudetes, alemanes del oeste de Checoslovaquia que constituían casi una cuarta parte de la población del país (de hecho eran más numerosos que los eslovacos) y controlaban buena parte de la industria y los bancos, y cuyo deseo de unirse a Austria y a Alemania fue frustrado por los aliados. Igualmente está el conflicto fronterizo con Polonia por Teschen, una pequeña pero estratégica zona de Silesia, que provocó una breve guerra a comienzos de 1919 y cuya resolución, amparada por la Liga de Naciones, se postergó hasta 1925.

Pese a estas tensiones internas y externas, Checoslovaquia logró ser un país políticamente estable, basado en las alianzas de varios partidos tradicionales bajo la presidencia permanente de Tomáš Masaryk. De hecho, fue la más duradera de las democracias del Europa del Este en el periodo de entreguerras. Esta estabilidad permitió una rápida recuperación económica, basada principalmente en su potente industria pesada y ligera.

Praga

Esta antigua ciudad fue capital de Bohemia durante la Edad Media y alcanzó sus primeras épocas de gloria durante los reinados de Carlos IV (a mediados del siglo XIV) y de Rodolfo II (en el XVI). Fue de nuevo una ciudad de importancia continental a comienzos del siglo XX y durante el periodo de entreguerras, cuando contaba con unos 720.000 habitantes y estaba rodeada de nuevas zonas industriales. Praga poseía ya entonces una gran riqueza arquitectónica de variados estilos (en particular el art nouveau y el moderno art déco) y una.probervial afición por la música. También se abrieron hoteles para captar el creciente turismo de entreguerras.

Durante mucho tiempo (prácticamente hasta la independencia checoslovaca), la influencia cultural dominante fue la germánica, y muchos escritores checos usaban el alemán en sus obras. Aunque la comunidad judía de Praga era antigua y extensa, en los años 20 ya no existía el antiguo gueto, que fue demolido a finales del XIX para dar paso a un barrio de estilo moderno, quedando sólo algunos edificios singulares: sinagogas, el viejo cementerio, etc.

Eslovaquia

Eslovaquia era una zona menos modernizada que la parte checa del país; aunque había sido la región más industrializada de Hungría, lo era en un grado mucho menor que Bohemia y Moravia. Su economía dependía en mayor medida de la agricultura y aquí la religión ocupaba un papel más importante (aunque Bohemia también era oficialmente católica, la influencia husita y las guerras de fe habían dejado allí su huella). El principal partido eslovaco, fundado por el sacerdote Andrej Hlinka, se podría considerar nacional-católico y filofascista, y estaba decididamente opuesto al comunismo y a los ataques anticlericales, y a favor de una mayor autonomía eslovaca.

La capital eslovaca, Brastislava, contaba con unos 100.000 habitantes a mediados de la década. La antigua Presburgo cambió de nombre en 1919, cuando se incorporó a Checoslovaquia pese a que la mayor parte de su población era aún germánica y magiar. Incidentalmente, apenas dista 60 km de Viena y el cruce fronterizo no estaba demasiado vigilado.

Ciudades balneario

Muchas de las ciudades balneario del imperio, incluidas las checas como Karlovy Vary (antigua Carlsbad) y Mariánské Lázně (Marienbad), fueron fundadas por la nobleza germánica tras descubrirse las propiedades de sus aguas y se urbanizaron con el lujo de la corte. No sólo eran centros sociales y de relax. La gente acudía en busca de curación y cada manantial se consideraba apropiado para una dolencia (incluso había algunos radiactivos), así como adecuado para baño o ingestión.

A pesar de que en los años 20 esta zona ya no estaba englobada en Austria, la mayor parte de la población de estas ciudades era de origen alemán y se daban cita allí los nuevos ricos de Europa (Marienbad tenía aeropuerto desde 1926, Carlsbad tendría que esperar al 31).