Sildavia y Borduria

Estos dos pequeños países eslavos están situados en entre Hungría (al norte) y Yugoslavia (al sur), y desde antaño mantienen un conflicto cultural y territorial que a menudo amenaza con desbordarse más allá de sus fronteras.

Sildavia

Sildavia (o Syldavia) es un pequeño país montañoso que en los años 20 apenas contaba con medio millón de habitantes. Sufrió, aunque brevemente, la ocupación turca, época de la que data su férrea identidad nacional, que le ha permitido permanecer independiente frente a los intereses de sus vecinos. La neutralidad que mantuvo durante la Gran Guerra no le libró de ser invadido temporalmente por las divisiones bordurias del ejército austrohúngaro (que sólo encontraron una resistencia nominal) durante la campaña de los Balcanes.

Tras la capitulación de las potencias centrales y la retirada de sus tropas, las buenas relaciones del gobierno sildavo con Francia permitieron la firma del tratado de Duma, por el cual Borduria cedía a Sildavia la región oriental (desde hace siglos en disputa entre los dos países), además de una serie de compensaciones económicas que permitieron durante el periodo de entreguerras cierto relanzamiento de la economía sildava, tradicionalmente basada en la agricultura y la artesanía. La monarquía, de origen absolutista, se occidentalizó hasta cierto punto en esta época, aunque el rey seguía conservando poderes que le permitían interferir en la actividad del gobierno. En Klow, la capital y ciudad más importante del país, vivían a comienzo de la década cerca de cien mil personas.

Borduria

Situado al este de Sildavia, ambos países comparten una historia común, aunque su pasado está salpicado de disputas territoriales e invasiones. Borduria estaba integrada desde el siglo XVII en la corona austohúngara (lo que influyó en su lengua, de carácter más germánico y que usa caracteres latinos), aunque disfrutaba de cierta autonomía. Así, participó por el bando austriaco en la Gran Guerra. Con la derrota de las Potencias Centrales, los aliados impusieron la independencia borduria, aplaudida por ciertos sectores dentro del país, pero desestimaron todas sus pretensiones territoriales sobre sus vecinos, en particular en lo tocante a Sildavia. Esto potenció la aparición de un fuerte sentimiento revisionista y nacionalista en la sociedad borduria desde principios de la década. En 1926, un golpe de estado apoyado por Italia y consentido por Hungría instauró una dictadura de corte fascista, que comenzó a presionar para ampliar su territorio hacia el oeste, lo que sucedería en los años 30.

Vía libre para los Mitos

Sildavia y Borduria son un emplazamiento ideal para el Guardián que desee llevar hasta sus últimas consecuencias sucesos de los Mitos totalmente alejados de la historia oficial europea. El régimen bordurio bien podría estar controlado por criaturas aberrantes (y evitar así las consideraciones morales de usar a los nazis para este papel). Tampoco sería de extrañar que los en apariencia afables campesinos sildavos fueran en realidad abominables adoradores de Shub-Niggurath o que el rey Muskar practicara la alquimia en su castillo y consultara en secreto el Necronomicón. Incluso un dhole podría arrasar toda Borduria sin dejar supervivientes, si fuera menester ir a lo apocalíptico.

Si algo puede salir terriblemente mal, estos dos países proporcionan un buen lugar para que no resulte demasiado inverosímil (dicho de otro modo: si Sildavia pudo liderar la carrera espacial, cualquier cosa es creíble).