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Bibliotecas medievales, parte III

Universidades y sus bibliotecas; bibliotecas privadas y reales.


Universidades

Las primeras universidades aparecen en la segunda mitad del siglo XII, nacidas de las escuelas catedralicias (y también bajo la influencia de los centros de estudio musulmanes asentados en España) y con el objetivo de instruir a los futuros clérigos, en una Iglesia que cada vez exigía mayor profesionalización y preparación. Así, sus estudiantes eran considerados miembros del clero y por lo tanto no estaban sujetos a la justica secular. Del mismo modo no se admitían mujeres, ya que no podían ser ordenadas sacerdotes.

Por lo tanto, la gran mayoría de universidades seguían dependiendo del clero, pero solían nacer de la asociación de profesores y estudiantes y contar con el apoyo y la financiación real, y por ello su espíritu no era tan exclusivamente religioso como en los monasterios o las escuelas catedralicias. La enseñanza de la teología seguía siendo la más importante, pero compartía espacio con otras materias. En estas universidades (a las más prestigiosas de las cuales se les otorgaba el título de Studium Generale) se impartían las artes liberales (trivium y quadrivium) y también estudios superiores divididos en tres facultades: teología, derecho y medicina.

Escuela de traductores de Toledo

Este término es relativamente moderno y puede provocar confusión, ya que no existió una escuela como edificio ni como asociación propiamente dicha. Se trató más bien de una tradición en la que diversos individuos trabajaron sobre las mismas fuentes, a veces colaborando entre ellos y compartiendo a menudo metodología.

Cuando Toledo fue reconquistada en 1085, existía ya en ella un amplio bagaje cultural dejado por los árabes, que a su vez habían traído consigo importantes obras griegas y bizantinas. También la comunidad de eruditos hebreos era muy importante (creció además con las expulsiones que llevaron a cabo almorávides y almohades) y la reunión de sabios cristianos, tanto mozárabes como procedentes del norte peninsular y de Europa, centrados en la catedral toledana, acabó por crear la mezcla propicia para este florecimiento cultural, que, a partir del siglo XIII, fue patrocinado por los reyes Alfonso X y su hijo Sancho IV.

En la primera fase (siglo XII), se tradujeron obras filosóficas, religiosas y científicas (medicina, astronomía o matemáticas) del árabe al latín, que sirvieron de estudio en las universidades europeas. En una segunda fase se prosiguen las traducciones científicas (alquimia o física) y de obras sobre juegos (ajedrez o dados) y literatura (cuentos orientales) al castellano, como lengua de uso oficial en el reino diferenciada del latín, el cual se relacionaba con el ámbito papal e imperial y que caía cada vez en mayor desuso. Toda esta nueva cultura dio a Toledo fama de ser una ciudad donde «podía estudiarse todo lo que un cristiano no debería saber».

En un principio, el traductor era un experto en el idioma original (el árabe, por lo general) que la traducía al romance oralmente ante un experto en latín, que la transcribía. Más tarde, fue un solo sabio políglota el que preparaba la traducción, que luego era revisada por un emendador.

Labores de traducción representadas en las Cantigas del Rey Alfonso X

Los estudiantes aplicados podían labrarse un buen futuro dentro de la Iglesia (en el siglo XIII más de la mitad de los altos cargos eclesiásiticos eran diplomados) y también en el mundo laico, ya fuera como asesores legales, médicos o secretarios. La influencia de Aristóteles, que llegaba de nuevo a Europa occidental gracias a sus interpretes árabes y judíos, provocó la difusión de un estilo de enseñanza basado en la lectura del texto y la discusión del mismo (lectio y disputatio), con uso del razonamiento. Las órdenes mendicantes se mostraban muy favorables a este estilo y por ello destacó su presencia en las nuevas instituciones. En este sistema de enseñanza eran muy apreciadas las sumas (repertorios de cuestiones discutidas), como la famosa Summa Theologica de Santo Tomás, que había estudiado en la Universidad de Nápoles y era dominico.


Clases en una universidad.

Aunque la mayoría de universidades tuvieron carácter religioso, cabían tres rumbos: las que eran sostenidas directamente por la Iglesia (como la de París, muy prestigiosa y que se fundó a mediados del siglo XII), las que financiaba la Corona (Oxford) y las que gestionaban los propios estudiantes (como Bolonia). En España surgieron en el siglo XIII las de Salamanca (importante incluso a nivel internacional), Valladolid, Sevilla, Coimbra, Valencia y Lérida, todas ellas bajo patrocinio real salvo, quizá, la de Sevilla.

Los estacionarios y la pecia

En las bibliotecas universitarias se reproducen las necesidades que habían surgido ya en las catedralicias, pero ampliadas por la presencia de varios profesores (cuando en las escuelas episcopales podía haber sólo uno) y la mayor asistencia de alumnos. Estos alumnos necesitaban conocer el texto que analizaba el profesor, que por su parte necesitaba distintos tomos para apoyar sus lecciones y ampliar su conocimiento. Los libros no habían de ser lujosos sino útiles para estudio y consulta, y no debían ser duraderos puesto que serían sustituidos pronto a causa del desgaste (las Biblias, por ejemplo, pasaron a ser de hojas finas para que cupieran enteras en un solo tomo manejable). Además el precio debía resultar asequible para que los estudiantes, por lo general con pocos recursos económicos, puedan permitirse su adquisición.

Se trató de cubrir las necesidades de libros que tenían los estudiantes mediante lo que se llamó la pecia y el establecimiento (normalmente por orden real) del cargo de estacionario de cada institución de enseñanza. Los estacionarios eran libreros que alquilaban tomos o cuadernos (peciaæ) de las obras aprobadas por la universidad para que los alumnos o profesores pudieran copiarlos, y que también se encargaban de vender ejemplares a quienes pudieran pagarlos. El papel que se usaba en estos libros no era tan caro como las pieles (pergamino) y el propio interesado podía copiar lo que necesitara, por lo que el acceso a los textos, sin llegar a ser barato, se facilitó. Aun así, los estudiantes que no provenían de familias acomodadas solían tener dificicultades para costeárselos.

Bibliotecas universitarias

Parece ser que las bibliotecas de las universidades medievales no fueron demasiado amplias. Sus fondos provenían sobre todo de legados de mecenas (por lo general profesores o antiguos alumnos), y no fueron extensos hasta la llegada de la imprenta.

Habitualmente no existía una biblioteca general de la universidad o, de existir, era reducida; las importantes eran las de cada facultad, que no siempre colaboraban entre sí. Dentro de cada una, la necesidad de organizar el acceso a los nuevos conocimientos obligó a adoptar conceptos modernos, como la catalogación e inventariado de la biblioteca o la preparación de libros de texto que ordenaran cada materia. También aquí el desgaste de los libros obligaba a renovarlos, y era necesario disponer de varios ejemplares de algunos títulos.

La sección de consulta disponía de muchos asientos para los lectores y tenía los libros encadenados (libri cathenati in libraria). Su variedad era muy superior a la que se podía encontrar en las catedrales. Además, los libri distribuendi se prestaban a profesores y en ocasiones también a los alumnos, a cambio de una fianza (o a veces sin ella si se disponía de más copias). Las reglas para su cuidado y conservación eran severas; sin embargo, el cargo de bibliotecario (custos librorum) no era muy importante y su deber se limitaba a custodiar los fondos. Podía tratarse de un profesor menor o un estudiante.

Tipos de letras

La tipografía ha evolucionado enormemente y a lo largo de la Edad Media no fue en absoluto estable. Dependiendo de la familiaridad del lector con el tipo de escritura (y las abreviaturas que incluya), la interpretación puede ser más o menos complicada. Aquí nos vamos a restringir a la escritura latina (y más específicamente a los tipos que se pueden hallar en la Península), pero otras familias de lenguas escritas presentarán una problemática semejante y dificultades propias.

Capital elegante

La tipografía más antigua con la que puede encontrarse el investigador es la capital, usada en los textos latinos de los primeros siglos de nuestra era y que suele dividir, según su precisión y cuidado, en elegante, rústica y cursiva. Cuando se presenta en cursiva (entendido el término como referido a la escritura rápida e informal), puede resultar complicada de identificar. Posteriormente, a lo largo del siglo VI, se desarrollaron las escrituras uncial y semiuncial, esta última a menudo considerada minúscula, aunque en esta época aún resulta complicado diferenciar caja y tipo de letra. Las unciales y semiunciales son redondeadas, de escritura más rápida y se usaron sobre todo para la transcripción de textos sagrados.

Uncial

Las minúsculas suponen una transformación esencial en el diseño de cada letra y permiten una escritura más sencilla, pero dificultan la interpretación debido a los nexos peculiares entre letras, sobre todo si son cursivas. Además, pronto sufren variaciones locales fruto del asentamiento de los pueblos bárbaros en el antiguo Imperio Romano. Así, en la Península se desarrolla la letra visigótica entre los siglos VI y VII, donde se observan además diferencias regionales posteriores, debidas ante todo al distinto grado de influencia árabe (recordemos que los códices mozárabes usan el latín y la letra visigótica). Otras zonas que desarrollan sus propias tipografías son Francia (merovingia), el sur de Italia (beneventana) o las Islas Británicas (insular).

Visigótica

La letra carolina, desarrollada en los siglos VIII y IX y cuya adopción impulsó Carlomagno, procura frenar precisamente la creciente divergencia de las escrituras locales al recurrir a una tipografía clara y sin ligaduras entre las letras, basada en la antigua semiuncial. Su objetivo es facilitar la interpretación del escrito y logró impedir que la escritura sufriera las mismas divergencias regionales de las que nacieron las diversas lenguas romances.

Gótica

La minúscula carolina se usó hasta el siglo XII, cuando evolucionó hacia la gótica. Esta letra nace con la proliferación de universidades y libros de estudio (pecias), que obligan al uso de un tipo de letra menos cuidado y más pequeño para aprovechar el espacio, con el que además se abusa de las abreviaturas y que resulta a menudo difícil de comprender si no se domina la lengua. La gótica elegante fue muy usada en los códices más lujosos del siglo XIV, aunque con diferencias locales. Por su parte, la gótica cursiva, de formas redondeadas, se usó en los documentos eclesiásticos durante los siglos XIII y XIV, y en ella cada palabra se escribía sin levantar la pluma del papel, ligando todas las letras. Este estilo perduró durante siglos en los países nórdicos.

Humanística

A finales del siglo XIV y principios del XV se gesta la escritura humanística, que toma elementos de la antigua carolina. Es una letra que busca la lectura clara y es usada sólo por la élite culta.

Bibliotecas privadas y Reales

Siempre han existido bibliotecas privadas, por lo común pertenecientes a reyes y emperadores, que eran los únicos que podían permitirse el elevado coste de los libros. Se podría decir que, hasta la aparición de los monasterios, fueron las únicas bibliotecas que había, y disponían de muy pocos volúmenes que su dueño había recopilado personalmente (o que, en el caso de reyes o califas, otros soberanos les regalaban para granjearse su amistad).

Con la llegada del papel y la regeneración del comercio y la cultura, la posibilidad de poseer una pequeña colección se abrió a otros miembros de las clases superiores. Así, las bibliotecas privadas de la Edad Media solían pertenecer a grandes nobles o eclesiásticos, para los que normalmente era una muestra de riqueza y devoción más que fuente de información. No obstante, algunos monarcas sintieron auténtico amor por el saber y llamaron a su corte a sabios y eruditos y pusieron a su disposición sus bibliotecas. Algunos ejemplos podrían ser los de Roger II de Sicilia, Otón III y Federico II en Alemania, los Duques de Borgoña, Carlos el Sabio o los reyes castellanos Alfonso X y su hijo Sancho IV, que poseyeron una de las bibliotecas más importantes de Europa y bajo cuyo mandato se produjeron muchas obras que ellos consideraban importantes para la identidad de su reino, como Las Partidas o el Setenario. A este respecto, se cree que los libros de la corona debían de estar repartidos por varias residencias reales situadas en diversas ciudades, y principalmente en Sevilla.


Biblioteca y escritorio del duque de Borgoña, s.XV.

A partir de los siglos XII y XIII aparecen bibliotecas pertenecientes a gente más modesta: obispos o profesores de escuelas catedralicias y universidades, que buscaban libros para su estudio y análisis. Eran obras variadas, no solo religiosas y a veces heterodoxas. A su muerte, como ya se comentó en el capítulo anterior, solían legarlas a catedrales o universidades. También individuos destacados como médicos, juristas y los primeros literatos dispusieron de bibliotecas privadas, cuyos principales contenidos eran tratados relacionados con su oficio, pero que solían contener también obras profanas y clásicas.

A finales del S. XIV y comienzos del Renacimiento, se revigoriza la literatura en lengua vernácula y aumenta el aprecio por los clásicos. Dentro de la alta y la baja nobleza acomodada se desarrolla un nuevo público lector que favorece los contenidos seculares, como las crónicas de las casas reales, los tratados de moral o de poesía, los libros de cocina o las novelas de caballería. En esta época, poseer una colección de libros es señal de importancia y cultura, por lo que estos libros son lujosos, están hechos de vitela fina, con una caligrafía cuidada y excelentes ilustraciones. También se buscan con afán textos perdidos de los escritories latinos y griegos. Por ejemplo, Petrarca, a mediados del siglo XIV, rebusca por catedrales y viejos monasterios de media Europa, y de modo similar Bocaccio halla y sustrae varios manuscrtios de Montecasino.

El mercado del libro

En Al Andalus, y especialmente en Córdoba, el mercado de libros había adquirido gran importancia. Sin embargo, en los reinos cristianos no se recupera un comercio de librería como el de la antigüedad hasta la parte final de la Edad Media. El préstamo de libros entre monasterios, centros religiosos y grandes nobles había sido eminentemente privado, y hasta los siglos XIII y XIV la burguesía no se desarrollaría lo suficiente como para mantener un comercio así.

Sin embargo, la progresiva decadencia cultural de los monjes obliga a los monasterios a contratar copistas profesionales para preparar códices de calidad. Estos escribas laicos solían vivir cerca de las iglesias principales, donde podían encontrar trabajo, y junto a ellos se congregaron otros profesionales como iluminadores y fabricantes de pergamino. El creciente poder económico urbano permitió que esos nuevos artesanos trabajaran también para la burguesía y formaran gremios.

Para el siglo XIV se había constituido ya un gremio de iluminadores civiles que realizaba parte de su obra para iglesias y monasterios, pero sobre todo para nobles y altos cargos seglares. Su trabajo principal eran los breviarios y libros de horas (una especie de devocionario abreviado), de formato reducido y cuyas ilustraciones no se limitaban a pasajes bíblicos sino que mostraban paisajes, escenas de caza o de guerra, cortejos festivos o ambientes costumbristas.

Esta literatura piadosa para la burguesía constituía un negocio lucrativo, y los copistas e ilustradores profesionales vendían sus libros en mercados y puestos situados junto a las iglesias o incluso en su interior. En sus talleres empleaban a numerosos escribas, iluminadores, rubricadores y encuadernadores, entre los que se contaban algunas mujeres. Además, la extensión del mercado del libro abarató la producción de papel.



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Entropía Bibliotecario
03-03-2011 23:16

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Tal como dijo Solomon Kane:

Entro, si te mando un dossier en pdf de páginas de manuscritos donde se ve la evolución cronológica de los tipos de letra y tú seleccionas fragmentos creando imágenes, serían tus imágenes y por tanto libres de derechos ¿no? estos manuscritos no tienen copyright, de hecho el dossier se nos ha repartido en un master. Si te interesa me lo dices, y felicidades de nuevo por el artículo.

Pues te lo agradecería, porque no tengo imágenes homogéneas de los tipos de letras. E imagino que sí, que será legal y de todos modos raro sería que me demandaran por copiar una letra .

Saludos,

Entro

Solomon Kane
04-03-2011 13:06

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↕ 13 horas ↕

¿Te han llegado ya los dossieres? Si te hace falta cualquier cosa relacionada con este tema y te podemos ayudar sólo tienes que decírnoslo a Itsuko o a mí. Yo no soy muy ducho en paleografía ni en historia libraria aunque soy aficionado a ello, me especialicé en arqueología; pero Itsuko da miedo en clase transcribiendo textos, es una máquina.

Entropía Bibliotecario
04-03-2011 13:36

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Tal como dijo Solomon Kane:

¿Te han llegado ya los dossieres?

Sólo los cuatro primeros, ha debido de llenarse el buzón. Ya he hecho espacio, prueba de nuevo si te rebotan.

Saludos,

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Solomon Kane
04-03-2011 13:42 (editado 04-03-2011 13:52)

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vale, reenviados los 5 y 6 de 6

Pero me devuelve el 6 de6 por Mail quota exceeded. lo intentaré más tarde porque me tengo que ir y si no te lo paso mañana, van ordenados, si vieras que te he enviado uno dos veces y te falta una parte me lo dices y le pongo remedio.

Entropía Bibliotecario
04-03-2011 17:41

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Los he recibido todos, pero algunos me los ha bajado como texto plano , a ver si los puedo pasar a binario.

Saludos,

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Itsuko
04-03-2011 21:56

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Muy interesante y bien documentado!

Hay algunos tipos gráficos de la edad media eran completamente ilegibles. Yo tengo algunos más, aparte de los que envió Solomon. Especialmente, los manuscritos universitarios son complicadisimos. Pero yo creo que podrian ser interesantes, aunque sea de ver.

Si te hacen falta más láminas yo puedo contribuir.

Y no hagais caso a Solomon, exagera

Solomon Kane
04-03-2011 22:23

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↕ 27 minutos ↕
Tal como dijo Entropía:

Los he recibido todos, pero algunos me los ha bajado como texto plano , a ver si los puedo pasar a binario.

Uff eso sí que no lo entiendo... se ha hecho lo que se ha podido, espero que te sea de ayuda. Otra opción es que suba el dossier a megaupload y lo descargues de allí.

Entropía Bibliotecario
04-03-2011 22:35

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Tal como dijo Solomon Kane:

Uff eso sí que no lo entiendo... se ha hecho lo que se ha podido,

Ha sido culpa mía, al forwardearlos a otra cuenta para que quedara esa libre se ha liado con los adjuntos. Ya he aumentado el tamaño del buzón para que quepa lo que sea, pero sólo tengo en buen estado el 1, el 5 y el 6.1 y 6.2.

¡Qué lío para unas pocas letras!

Saludos,

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Solomon Kane
05-03-2011 11:22

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↕ 12 horas ↕

Bueno, transcribirlas e intentar traducirlas es mucho peor, te lo puedo asegurar.

Entropía Bibliotecario
27-03-2011 20:05

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↕ 22 días ↕

Al final por motivos de espacio he podido añadir sólo una ínfima muestra del material que me pasaron Kane e Itsuko, pero debo decir que es realmente impresionante. Asistir a esas clases debe de ser una gozada.

Saludos,

Entro

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02-03-2011: Artículo creado.
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