Concurso de microrrelatos de los Mitos de Cthulhu

Y aquí nadie dice nada...

Es un puto colgao. Seguro que se lleva un libro por pena y le manda una foto a bocatrapa para restregárselo por la cara.

LA COSA EN LA ESCALERA

¿Cuántas veces tenía que decirle a Rogers que cerrara la puerta con llave después de las nueve? Nunca le hacía caso. Siempre parecía escucharle pero estaba seguro que por su cabeza sólo pasaban las palabras en alemán de aquel extraño libro al que los dos intentaban sacarle el máximo partido. Desde que se hicieron con él en aquella decrépita casa de subastas del Soho todo había cambiado.

Merodeadores crepusculares de largas gabardinas habían pasado horas paseándose por delante de la entrada principal del vetusto edificio de tres plantas que ahora ocupaba Nigel con su mejor amigo.

¿Dónde estaría la llave?

Subió al desván a comprobar si todo estaba en orden en el laboratorio.

Los matraces y el microscopio habían desaparecido y en su lugar tres figuras togadas se dirigían con paso firme hasta el estudiante.

Otra vez no, por favor, pensó. No son reales

Bajó las escaleras de dos en dos y tropezó con algo. Algo caliente. Algo que chilló.

En el suelo. A oscuras. ¿Rogers? ¿Eres tú?

Y Rogers se enrolló en su regazo ronroneando. Hacía dos horas que le debía la cena.

Puto Trapalanda. Qué grande.

LA VIDA EN LA GRANJA

Estaba disfrutando.

Como le gustaba cortar leña.

Colocar el tronco con cuidado besando el tocón de madera para que no caiga.

Dejar caer el hacha desde encima de su cabeza hasta impactar en el objetivo, como si cayera un rayo divino de acero buscando su camino hasta el infierno, de arriba hasta abajo.

Cuando el tronco se partía en dos cayendo por ambos lados del tocón, era como si una pequeña inyección de dopamina recorriera su cuerpo…

- ¡Mira Sparki! Así se hace, toma nota para cuando seas mayor...jejeje – Le decía a su perro mirándole de reojo mientras masticaba hierbajos que se entremezclaban con su saliva, haciendo que de vez en cuando le cayese una asquerosa baba por la comisura de la boca, que, cuando se daba cuenta, se limpiaba con la manga de la camisa a cuadros de felpa que vestía.

Hacha hacia atrás, ¡crash!, golpe descomunal.

A veces pensaba en como saltaban cientos de astillas a la tierra, mezclándose con el verde de las plantas, resultando una ensalada preciosa de colores que no se cansaba de mirar.

- Venga Sparki, ¡último esfuerzo! - ¡Crash! Otro tremendo hachazo. Cuando acababa de cortar leña, también sentía la satisfacción del trabajo bien hecho.

Le gustaba pensar que la chimenea era un ser viviente, y que él la alimentaba con los trozos de leña recién cortada cuando tenía hambre.

- Sparki, con esto tenemos para un mes…

Ahora también se sentía bien, al fin y al cabo, se parecía mucho eso de cortar un cuerpo humano a cortar leña, lo único que el color del suelo ya no se quedaba nada verde.

Por otro lado, darle de comer a ESO del sótano era como darle de comer a la chimenea.

Ahora tenía que decidir qué hacer con el coche del entrometido policía...

Muy buenos micros de todos. Excepto los de Tipo de Incógnito y servidor, que casi están al nivel de AZ por abajo.

Es gerundivo, Eliot...

Gerundivio es nombre de tango. Errando se aprende :D

Que un estribador os inflinja 1d6 de daño usando mal el gerundivio.

¡Y bien jugado por la banda, bocatrapa! ;)

I Congreso en Arkham

—Hola, cariño. Me doy una ducha y vuelvo en cinco minutos. Hoy ha sido un día muuuyyy laaaargo… —Sube la escalera hasta el dormitorio—. Pero también ha sido divertido. Menuda broma me han gastado los del pueblo. Tenías razón al decir que la gente de aquí tienen sentido del humor. Jejeje, menudos gamberros. —Se sienta sobre la cama y comienza a desvestirse—. Fueron los primeros en llegar, media hora antes del congreso. Iban disfrazados con túnicas y un par de ellos llevaban máscaras. Jajaja… Es que es son la monda. Tu padre también estaba, y tu tío, ese de los ojos saltones que me presentaste en la boda, el que tiene una pescadería en un pueblo de por aquí cerca. —Abre el grifo de la ducha y espera unos segundos antes de entrar—. Eran unos cuantos, me los encontré haciendo cola frente a la sala que había alquilado para las conferencias. Lo primero que pensé fue, no sabía que había tantos profesionales en Arkham, pero uno de los que llevaba la máscara, un tipo alto, fue el que soltó la broma. Jejejeje, menudos tunantes. —cierra el grifo y coge la toalla—. Va y me dice: Disculpe, señor. ¿A qué hora comienza el congreso de cultistas? JAJAJAJA… Menudos hijos de puta ¿Lo coges, cariño? ¿Congreso de CULTISTAS? Jajajaja ¡Qué bárbaro! Y voy yo, ingenuo de mí, y le respondo: Creo que se han confundido. Aquí celebramos el congreso de oculistas, de OFTALMÓLOGOS. JAJAJAJA… —Se termina de vestir y baja la escalera—. Pero ahí no termina la cosa. Uno de los bromistas va y me dice, con su voz de pito: ¿Congreso de oculistas? ¿Congreso de oculistas? Eh… ¿Y dan descuentos? JAJAJAJA… No pude aguantar la risa. Lo tenían bien ensayado. Era como ser el protagonista de uno de esos gags de Jerry Lewis, acabamos llorando de la risa. Fue genial. Recuérdame que llame a tu padre para agradecérselo. —Llega a la cocina— Oh, menuda sorpresa. Justamente le estaba contando a su hija la broma que me han gastado esta mañana. Jejejeje… Sois la monda.

Viniendo de un tío famoso que hace aventuras para editoriales, nostamal salino.

¡Muy chulo! la verdad, me ha gustado un montón.

A ver si van a estar mejor los de fuera de concurso que los oficiales...

A mí también me gustó mucho el tuyo de La vida en la granja. Si hubiera entrado en concurso creo que hubiera estado reñido.