| Fernando Cortés | Director |
Sinopsis: En 1890, el doctor Malthus es capturado y sentenciado a muerte por el asesinato de seis mujeres jóvenes sacrificadas en la realización de sus experimentos diabólicos. Setenta años después, un joven Doctor Malthus, el tataranieto de aquel siniestro doctor, regresa de Europa después de cinco años estudiando medicina para casarse con su prometida y vivir juntos en la casa recién restaurada de su maligno antepasado. La primera noche, después de su fiesta de bienvenida, la voz incorpórea de su tatarabuelo comienza a hablarle desde más allá de la tumba. Guiado por la voz, descubre la entrada al laboratorio secreto de su antepasado que las autoridades nunca llegaron a encontrar. En el laboratorio encuentra la crónica escrita de los experimentos del difunto doctor en el que afirma haber descubierto la fórmula de la inmortalidad. El ingrediente fundamental para elaborar con éxito esta formula es la sangre de mujeres jóvenes, menores de veinticinco años. El joven Malthus decide continuar con el trabajo de su tatarabuelo. Por supuesto, el primer paso es robar sus restos mortales del mausoleo del cementerio y devolverlo a la vida.
Película basada (sin acreditar) en la novela The Case of Charles Dexter Ward (1927) de H.P. Lovecraft.
Los médicos no se ponen de acuerdo sobre el inicio de la demencia de Ward. El doctor Lyman la eminente autoridad de Boston, la sitúa en 1919 o 1920, durante el último año de estancia del muchacho en la Moses Brown School, cuando abandonó de pronto el estudio del pasado para embarcarse en el estudio de lo oculto, y se negó a presentarse a los exámenes con la excusa de que tenía cosas mucho más importantes que averiguar por su cuenta. Ciertamente así lo corrobora el cambio de costumbres de Ward y sobre todo su continua búsqueda en los archivos de la ciudad y en los antiguos cementerios de cierta tumba excavada en 1771: la tumba de un antepasado llamado Joseph Curwen, algunos de cuyos documentos afirmaba haber encontrado detrás del enmaderado de una casa muy antigua en Olney Court, en Stampers’ Hill, que, según se sabe, construyó y habitó Curwen. En general, es innegable que en el invierno de 1919-1920 se produjo un gran cambio en Ward, a partir del cual interrumpió sus indagaciones históricas y se dedicó a profundizar en materias ocultas tanto aquí como en el extranjero, con la única variación de esa extraña e insistente búsqueda de la tumba de su antepasado.
