Los investigadores se conocen entre sí de frecuentar con más o menos asiduidad el bar de Sony (Boston). No es gran cosa, y está normalmente vacío, pero alberga en su sótano el Witch Club, uno de los mejores y más animados garitos (ilegales, por supuesto) de juego y bebida de la ciudad. Uno de los investigadores sale asiduamente con una de las cantantes del local, una chica rubia y menuda, de nariz respingona, sonrisa tímida, ojos azules y tetitas puntiagudas que bailan bajo el vestido. Se llama Linda Warren.