The Outsider (2012)

Debieron de pasar más de dos horas antes de que llegara al lugar al que parecía dirigirme: un antiguo castillo cubierto de hiedra en un terreno poblado de espesos bosques; un sitio que me resultaba enloquecedoramente familiar, aunque también terrible y desconcertantemente extraño. Vi que el foso estaba lleno, y que algunas de las torres que tan bien conocía habían sido demolidas; al tiempo que había otras alas nuevas para confusión del observador. En lo que me fijé, no obstante, con sumo placer e interés fue en las ventanas abiertas, por las cuales escapaba una luz radiante y esplendorosa y una algarabía enormemente festiva y alegre. Tras acercarme a una de ellas me asomé al interior y vi a un grupo de personas, vestidas de una forma ciertamente rara, que se divertían y charlaban animadamente unas con otras. Aparentemente, era la primera vez que oía hablar a nadie, y sólo podía intuir vagamente lo que decían. Algunas de las caras tenían semblantes que parecían traer a mi memoria recuerdos increíblemente remotos, mientras que otras resultaban completamente ajenas para mí.

Pasé entonces a través de aquella ventana baja al interior de la sala vivamente iluminada, pasando asimismo con ello de mi único momento de prometedora esperanza a mi más honda crisis de desolación y desengaño. La pesadilla no se hizo esperar, ya que nada más entrar se dio de inmediato una de las expresiones de emoción humana más terroríficas que había llegado a imaginar jamás. Cuando apenas había cruzado el alféizar, se abatió sobre toda la gente allí reunida un miedo espantosamente atroz que transformó cada rostro en una mueca de terror y arrancó de prácticamente todas las gargantas los gritos más horribles. Todo el mundo salió en desbandada. y en medio del griterío y el pánico varias personas se desmayaron y fueron llevadas a rastras por sus compañeros mientras huían como locos. Muchos se taparon los ojos con las manos y emprendieron una torpe carrera a ciegas en su precipitada escapatoria, tirando muebles y dándose de bruces con las paredes antes de que pudieran alcanzar una de las numerosas puertas de la sala.