Mi primera referencia sobre el Necronomicón proviene de "El ser en el umbral", uno de los relatos de Lovecraft incorporado en La cripta (Barcelona, Alianza, 1980). Debía inscribir algunos créditos antes del proyecto de grado y entre el debutante seminario de identidad de las naciones latinoamericanas y el cinco veces cursado de literatura fantástica, opté por el último en razón de que aún prefiero la buena escritura, aunque el primero quizá abundara en universos ficcionales mucho más sugerentes. La muestra de textos incluía el de Lovecraft, disminuido entre Poe, Maupassant, Quiroga, Wells y Cortázar (la línea dura del curso), cercano a un grupo de autores muy poco apreciados: Santiago Dabove, M. R. James y Rafael Sánchez Ferlosio. Lo tengo claro porque unos meses después Dai se apareció en mi cubículo para reportarme un "descubrimiento" hecho en la computadora de la biblioteca. Creo haberlo tratado bruscamente, yo andaba en el primer capítulo de la tesis y el tiempo se me venía encima. Salí del paso dándole el título del volumen, no sin advertirle que seguro era una broma: "No existe ese libro. Además, Lovecraft es un bodrio, se inventó el nombre para dar verosimilitud a unos argumentos estúpidos por iterativos", repetí con suficiencia el juicio que Maza expuso entre sus conclusiones generales, pero, se sabe, yo apenas había leído uno de sus cuentos.
Se ofrece gratuitamente el primer capítulo en este enlace.
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0 | El círculo de Lovecraft | Carlos Sandoval | — |