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Haz como yo, pasa olímpicamente de la premisa inicial y desarrolla lo que te salga del ciruelo.
Y me lo dice un hombre casado 
Pues sí, si volviera a escribir tengo claro que no tendría nada que ver con AZ, y su mente enferma.
Yo creo que todos hemos dejado de escribir tras lo que nos hizo AZ... 
Buenas. A pesar de no poder estar en las partidas por una temporada dejo aquí un pequeño relato muy cutre que se me ha ocurrido escuchando uno de mis discos favoritos, "Music inspired by the Snow Goose" de Camel. El disco está inspirado en un libro lacrimógeno que por suerte no he leído, y yo he tomado un poco, bastante, de la trama, sólo dándole un toque de horror. Un saludo y disparadme sin piedad.
Si queréis escuchar el disco enlace
Info de la adaptación musical sobre la historia , muy currado por cierto enlace
LA MUCHACHA QUE LEÍA A LOVECRAFT
Fritha Southcross se dirigía al viejo faro con la sintonía de la “Familia Addams” todavía en su cabeza. Acababa de ver la serie que tanto le gustaba, aunque fuera antigua. En la noche cerrada del Este de Essex los pantanos bullían de vida. Batracios, mosquitos y culebras celebraban sus rituales sin ser conscientes de nada más.
Algo así le ocurría al farero, el tullido Josh Ratledge. Aislado del mundo exterior, cumplía con la necesaria disciplina sus labores de farero y practicaba con pasión su afición más querida, observar a las aves ir y venir en sus migraciones mientras retomaban fuerzas en los pantanos junto a la costa arenosa.
Fue una de esas aves, un ganso de las nieves, herido por un cazador, lo que unió a Fritha y al huraño. Ella tenía quince años y en una calurosa noche estival, mientras deambulaba por la marisma, escuchó un triste gemido entre unos juncos. Se acercó y contempló un precioso animal, con sangre en una de sus alas. Decidió acudir a Ratledge , pues había oído en el pueblo de su afición por las aves salvajes que seguían viniendo año tras año a las costas que les ofrecían refugio. Josh pudo salvar al ganso, y al final del verano, “ La Princesse Perdue”, como bautizó el huraño solitario al animal, pues era hembra, partió rumbo al norte , dejando tras de sí una precaria amistad entre dos seres que poco tenían en común.
Pasaban los años, y de vez en cuando Fritha se acercaba al faro y hablaba con Ratledge de las migraciones de las aves, las brumas de la costa, las constelaciones y un sinfín de curiosidades que la ahora estudiante universitaria quería conocer.
Josh empezaba a ver a Fritha como una mujer. Una hermosa y luminosa mujer. Él era once años mayor, y un incapacitado social. No se sentía a gusto más que consigo mismo, y eso tan solo alguna vez. Arrastraba la pierna izquierda de un modo patético y no soportaba que le compadecieran.
Un verano descubrió asombrado que el ganso había vuelto. No se podía equivocar. Esas aves habitan muy al Norte, y es muy raro verlas en esas latitudes. Llamó por teléfono a Fritha, que estaba en el pueblo ya que el curso había terminado, y le contó la buena nueva. Cualquier excusa para estar cerca de ella le parecía un regalo del destino. Ese final del estío fue el más grato que nunca hubiera tenido. Todos los días Fritha se acercaba al faro donde desde su plataforma superior observaba a “La Princesa” con los prismáticos de Ratledge.
En uno de esos días la joven le enseñó a Josh un libro de relatos de temática fantástica y de horror. Le explicó que estaba documentándose para dirigir por primera vez una partida de rol, un juego nuevo que había salido ese año, “ La Llamada de Cthulhu”, aunque tendría que esperar porque lo había encargado a Estados Unidos. El farero escuchó con interés las historias de Fritha, y prometió leer esa antología en sus ratos libres si le prestaba el libro.
Cuando ella se fue, Ratledge bajó al sótano del faro , armado con una vieja lámpara de carburo y se dispuso a mover un viejo mueble mohoso lleno de conchas centenarias. En la pared asomó un panel de madera y tela que apartó suavemente, adentrándose en un pasaje angosto y húmedo, que desembocaba en una sala circular con un pozo abierto en su centro.
Se tiró de cabeza hacia la negrura que se abría al interior de la roca que sustentaba el faro y cayó como siempre presa del terror y gritando a pleno pulmón. Como ocurría cada vez, un extraño mecanismo paró su caída con suavidad. Nunca pudo vislumbrar con claridad de qué se trataba. Le recordaban a lianas mecánicas repletas de luces como de luciérnagas. La primera vez que escuchó las voces, cuando llevaba un mes en el faro, supo que eran reales. Tal como conocía los ciclos naturales, las mareas y los chismes del pueblo sobre él, había llegado a imaginar que eran posibles otras realidades, incluso incrustadas en nuestro día a día, algo que el hombre desconocía por completo. Por eso aceptó los sueños que le hablaban de los pasados fareros y de su misión, que debía continuar.
Sintió los extraños apéndices introducirse en su nariz, sintió su cerebro violado, y ellos comprendieron.
“ No te preocupes, humano. Nosotros te arreglaremos la pierna. No hace falta que nos traigas ese juego. Nadie cree en nosotros. Somos solo historias que contar a la luz de la lumbre. Sigue con tu misión y no nos molestes por nimiedades.”
Esa noche Josh soñó que era un hombre sano, risueño, de carácter afable y que estaba felizmente casado con Fritha.
Todos los días Ratledge, dedicaba un par de horas en la playa a dibujar los símbolos que tenía en su mente, símbolos que luego la marea se llevaría.
La esperanza se abría paso en su interior, una pierna nueva, un Ratledge simpático y seguro de sí mismo.
No le importaba para qué demonios eran esos símbolos, si era una tortura merecida en alguna vida pasada,si las entidades se reían de él o si era todo producto de su imaginación, de su locura. Pero no, el dolor de sus agujas era real, podía recordarlo perfectamente. Oía sus voces, no se hacía daño cuando se tiraba al pozo, los otros fareros le hablaban, él los veía a veces enfundados en sucios trajes de goma…
Si los gansos eran felices, ¿ por qué no iba a serlo el pobre Josh, con la ayuda de los seres del pozo?
La melodía televisiva todavía resonaba en la mente de Fritha cuando llamó a la puerta del faro. Hacía casi un año que no había vuelto a ver a Ratledge. El loco del farero siempre se había portado bien con ella, a pesar de los chismes del pueblo. Incluso estaba segura que estaba encaprichado con ella, aunque no creía que ese hombre pudiera enamorarse nunca.
No obtuvo respuesta. Empujó la puerta, amarilla a la luz del día, triste a la luz de las estrellas.
“ Josh, ¿ estás ahí ? “
No hubo respuesta. Subió la escalera serpenteante hasta la primera planta. En la cocina todo estaba revuelto, más de lo habitual. Sangre, mucha sangre en el suelo , más a medida que subía escalón a escalón hacia la plataforma. Fritha pensó en todas las historietas que se contaban en el pueblo. Que si era un criminal, que se escapó de un manicomio, que su mujer lo abandonó y se volvió loco, que si un rayo le golpeó de niño…
Bajó de nuevo hasta la cocina y se armó con un cuchillo oxidado.
Confiaba en él, o quería confiar.
Comenzó a subir sigilosamente, temblando pero esperanzada de que Ratledge no fuera un monstruo como se temía. La puerta que daba a la plataforma se abría y cerraba con el viento, no se oía nada más que una brisa moderada. Atravesó el umbral y el haz del faro a sus espaldas iluminó periódicamente a un Ratledge inmóvil, sentado en el suelo de hormigón, con un viejo impermeable sobre sus piernas, mirando hacia ella, sonriente y chorreando sangre.
“ Fritha, has venido. Ellos me lo prometieron.”
“ ¡ Dios mío ! ¿ Qué ha pasado, Josh, qué has hecho ? ¡ Tengo un cuchillo ! “
“ Fritha, soy un hombre nuevo ¡ Mira ! “
Cuando Ratledge descubrió sus piernas Fritha contempló con horror cómo la pierna tullida del huraño ya no estaba allí. En su lugar un par de gansos, fundidos antinaturalmente con la cadera de Josh, rígidos, como si fueran de piedra.
“ ¡ Josh, qué has hecho , Dios ! “
“ Ellos cumplieron su parte. Soy un hombre nuevo. Así podrás amarme.
¡ Los gansos son felices, los he estado observando toda mi vida! ¡ Tú misma has visto a La Princesa Perdida ! ¡ Viste cómo volvió para estar con nosotros ése verano ! ¡ Ahora podremos estar juntos ! “
Fritha tira el cuchillo al suelo y echa a correr escaleras abajo , resbalando en la sangre, mientras oye a Ratledge gritar “ ¡ No soy un monstruo, vuelve, o es que prefieres a los monstruos de Lovecraft, o de ese estúpido juego !
¡ Podré mostrarte a los de verdad !
¡ No me dejes, por favor, me han garantizado que ésta pierna me durará siempre ! ¡ Podré caminar como los del pueblo ! “
Dos horas más tarde la policía encontraba el cuerpo sin vida de Josh Ratledge , que al parecer se había amputado una pierna en el sótano, se había arrastrado escaleras arriba hasta la plataforma sin desangrarse de alguna manera, había sacrificado dos gansos que ahora a su lado yacían con una rigidez que al inspector Lacrosse le pareció exagerada, como si hubieran sido congelados en nitrógeno pero sin esa fragilidad, y lo más extraño de todo , seis viejos garfios oxidados, como los que se utilizaban en el faro antiguamente por los fareros para limpiar de algas tras las tormentas, yacían empalados entre los labios del huraño.
Escuchando el disco me he leido todo el relato del tirón. Muy bueno 
Recuerda, Trapa, que Camel bajan a Madrid en Septiembre. Que la fecha es mala porque es un lunes, pero por avisar que no quede.
Muchas gracias, la verdad que sólo he puesto cuatro chorradas a la trama principal. Encantado de conocerte.
Recuerda, Trapa, que Camel bajan a Madrid en Septiembre. Que la fecha es mala porque es un lunes, pero por avisar que no quede.
Muchas gracias, Phlegm. No creo que pueda bajar pero si se tercia avisaré si alguien se quiere apuntar. Un saludo.
Te entiendo. Me inicié con Lovecraft (y Derleth, amigo Entro) al tiempo que escuchaba por primera vez Ommadawn e Incantations de Mike Oldfield y lo flipaba con los tambores africanos y los cánticos... (enlace)
Edito: En Amarok se incluye un cuento (sin mucha relación con el disco, la verdad), que parece sacado de Zothique u otro ciclo similar:
A long time ago, in a place which may have been Ireland (but could just as easily have been Africa or Madagascar) there occurred a very unusual series of events.
Two men - good friends - heard of a great golden statue found standing in a great hole in the Earth, quite close to their village. Now, these were simple people and rumours spread like contagion. Some said it was not a statue, but not a man either. One thing was certain: it never moved. But it was also said that it produced a noise, a sound, or several sounds from time to time. Now and then, people had said, it made all of its noises at the same time. The men made a plan to visit it. They left early one morning.
They progressed slowly.
"Do you feel exhausted as I do?" said the first man.
"I've felt better," said the other "but we much achieve our aim."
After many hours the first man stopped in his tracks, staring into the distance.
"I see it," he said quietly.
"What do you see?"
"A gleaming of beautiful gold, a great haze of light..."
Despite their tiredness, they began to walk faster. But however briskly they walked, the distance between them and what the tales referred to as "the gleaming golden light" remained the same. After a while they stopped. They were very frustrated.
The quieter of the two men said, "We'll never get there."
"If we walk back, we will get there," said his friend.
The other surveyed him.
"Why do you think so?"
Without replying the first man rose, turned around and began walking back the way they had come.
To the amazement of the other, after a while the light became visible to him too and as they walked it drew closer. Soon the countryside around them began to look as if there had been a great fire. Blackened trees lay cracked on the ground and the Earth was scorched and barren. They felt uneasy. But they carried on.
Sure enough, they came to a massive charred hole. It was as if a great rock had been hurled from the heavens.
"What a mess," said the first man, "let's go and look."
"You go," said his more cautious companion, "tell me what you see."
His friend crawled to the edge of the great hole. Hanging onto a blasted but well rooted tree, he peered over. In the great pit gouged from the Earth was the tallest figure he had ever seen. It was of a beautiful golden finish, entirely smooth. It was not a statue, but it was not a man. He had never seen anything like it, and he couldn't look away.
"We have come so far," he said to himself. "I hear it has voices to speak of things we cannot speak of." He looked around and there was his friend next to him and he was staring into the crater.
He said "I am told that when a man hears its voice, it stays in their ears, they cannot be rid of it. It has many different voices: some happy but others sad. It roars like a baboon, murmurs like a child, rustles like water in a glass, sings like a lover and laments like a priest."
"I have heard it only says one word," said the other.
His friend looked at him, "I was told it depends on how you listen."
"What can you mean?"
"Imagine a creature with a melody for a voice. You either hear it or you don't."
"I do not understand," said his friend.
"He describes himself but he cannot see it; when he sees it, he cannot describe it. But there is always the sound, he will always make the sound."
They fell quiet. a long time passed. The second man turned to the first man.
"Doesn't look like we're going to hear it, does it?"
"I have heard it."
His friend looked at him sharply. "But there was no sound. None. What are you talking about?"
"Cheer up cloth ears," he said, "it's only a fairytale, innit?"
By William Murray
No se banea lo suficiente 
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Saludos,
Entro
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