Creepypasta Lovecraftiano

Hola, soy Salino. Algunos me recordaran por otros hilos BlaBlaBla...

Seguro que sabéis qué es un Creepypasta, las nuevas leyendas urbanas nacidas en la red. Me llamó la atención cómo comenzó la leyenda de SlenderMan y hasta donde llegó (no me refiero al final trágico, si no a su popularidad).

Todo fue debido a un fotomontaje espeluznante:

Pues se me ocurrió que estaría divertido crear un creepypasta lovecraftiano (menudo trabalenguas). Pequeñas experiencias narradas en primera persona, fotos, audios, vídeos... Lo que cada cual se quiera implicar. No se trata de crear un monstruo, si no de trasladar los Mitos de Cthulhu a nuestro día a día con imaginación. El truco es hacerlo creíble.

¿Os animáis?

¿Dices de entre todos montar uno? (Diferentes experiencias, datos etc...sobre un mismo fenomeno, como en Slenderman ) o que cada uno aporte uno propio?

Me mola la idea :-)

Los Mitos son muy extensos, y todos los conocemos. Osea, el imaginario, el Slenderman, ya lo tenemos. Ahora habría que hacerlo real con nuestros aportes.

Por ejemplo, contarnos una experiencia donde los Mitos esten presentes. O esa foto que sacamos en nuestro último viaje donde conocimos a un tipo con facciones de profundo. Poco a poco se irán conectando.

Esa es mi idea...

Edito:

Aunque si todos apuntáramos al mismo fenómeno sería genial. Que cada cual se sienta libre.

--- Yo apuntaría a Neddam, que es un fenómeno el tipo ;) .

--- Aquí, aportando valor...

Yo apuntaría a Frini, que es un traidor.

¡Me apunto a salir en Fríker!

Me gusta la idea,Salino.

Aún recuerdo el día en que conocí a Neddam en persona. No me asombró que un miembro del foro se pusiera en contacto conmigo usando mi correo personal, era algo que solíamos hacer. Si alguno viajaba cerca de donde vivía otro forero, quedaban para tomar una cerveza y charlar de esas cosas que nos gustan tanto: todo lo relacionado con Lovecraft y los Mitos de Cthulhu.

Neddam es uno de los miembros más destacados del foro. Tiene una web donde habla y comparte todos los objetos de su colección, una de las más grandes colecciones del país relacionada con los Mitos de Cthulhu. Por eso, cuando me dijo por correo que pasaría por mi ciudad, sabía que tendría alguna relación con su afán de coleccionista. Tenía curiosidad por saber más.

Quedamos en una cafetería tranquila, él ya estaba esperándome cuando llegué cinco minutos antes de la hora. Nunca lo había visto en persona, pero lo reconocí por la camiseta friki que llevaba puesta, la cual le quedaba bastante grande como si hubiera perdido peso recientemente.

Tardamos poco en romper el hielo, le hablé sobre la novela que estaba leyendo últimamente y él me dijo que ya lo había leído, y que le había encantado. Cambié de tema rápidamente, pues mi intención era advertirle sobre la mala compra que hice con ese libro, y no quise entrar en un debate sobre gustos literarios. Así que le pregunté por el motivo de su viaje a mi ciudad.

Neddam me comentó que había encontrado a un tipo por la red que vendía material original de los Mitos. ¿Original? Le pregunté. Pero su mirada de triunfo dio paso a una sonrisa de jugador de póker. Solo me dio a entender que había encontrado a un vendedor de segunda mano, donde en su inventario exponía algo relacionado con los Mitos de Cthulhu. Ese “algo”, según Neddam, era anterior a los mismísimos escritos de Lovecraft, y se vendía a un precio ridículo al no conocer su relación con la obra del “Maestro”.

Yo pensé que se trataba de una broma, así que le seguí el juego y terminamos tomándonos un par de cervezas más antes de despedirnos. Le anoté mi número de teléfono en una servilleta por si necesitaba algo durante su estancia, o quería quedar antes de irse de la ciudad. Nos dimos un abrazo y lo vi perderse por las calles del centro con prisa.

No supe nada de Neddam en todo el día, solo pasó algo que pudiese estar relacionado con él, o una terrible coincidencia. A las tres de la madrugada, un número desconocido me llamó al teléfono. Descolgué, algo adormilado. Al otro lado de la línea escuche un grito aterrador que me sacó del sueño como un cubo de agua fría. Era un grito continuado, agudo, que se fundía con las interferencias de la llamada formando un sonido solo posible en una pesadilla.

Tras preguntar quién era, quién era el bromista que llamaba a esas horas de la noche, alguien me respondió entre susurros:

—Lo he encontrado… lo he encontrado. No tenían ni idea de lo que tenían a la venta. Es real. Todo lo que escribió era real…

Del fondo sonó un ruido extraño, un gemido de un animal o algo parecido. Escuché como el teléfono caía al suelo y el grito se fundía el tono de fuera de línea. Mi cuerpo se sacudió con un escalofrío que me tuvo en vela toda la noche. La voz, creo, aunque no podría jurarlo, era la de Neddam.

Al día siguiente intenté ponerme en contacto con mi compañero de foro, pero no me respondía los correos. Llamé al teléfono que me despertó la noche pasada, sin saber si la llamada pertenecía a él o se trataba de un cruce de llamadas, pero la línea aparecía fuera de cobertura. Nada, no sabía cómo contactar con Neddam. Al fin y al cabo solo lo conocía de un foro, no podía llamar a su casa o ponerme en contacto con su familia.

Pasaron los días, seguí el foro atento por si entre el constante flujo de mensajes veía aparecer el nombre de Neddan como autor de uno de ellos. Nada, no daba señales de vida.

Tras pasar un mes del extraño suceso, tuve noticias de otro asiduo del foro que había quedado con Neddam y otros miembros en la otra punta del país. Me alegré de que todo acabara en un susto, que mi febril imaginación me había jugado una mala pasada. El mensaje donde hablaban de su quedada venía acompañado de varias fotografías donde se veían a todos en un bar, con caras de buenos amigos y pasándolo bien. Pero aunque ese Neddam de las fotografías se parecía al Neddam que había conocido en persona el mes pasado, había algo extraño en su mirada. No sé si era un problema del enfoque de la cámara o un reflejo del flash en su descarnado rostro, pero en la única foto que consiguió enfocar sus ojos vi el aterrador grito telefónico de aquella madrugada. Su mirada era un oscuro pozo, profundo, de donde creí escuchar el grito desesperado y las palabras entre susurros: Es real. Todo lo que escribió era real…

Sé que todo suena un poco loco y perturbador, muy imaginativo por mi parte, pero en breve os mandaré la foto que comento para que podáis sacar vuestras propias conclusiones.

Eres un figura.

Genio y figura. Me ha encantado, Salino.

Bueeeno. Aqui está mi granito de arena. I hope you like it. ( Lo he hecho en los raticos libres del curro. Perdonad los errores gramaticales y ortograficos)

Ante todo deciros que nací y me crié en Cuba, en el seno de una familia de ascendencia Iberoafricana. Muy supersticiosos, eran seguidores de la religion Yoruba: una mezcla de creencias africanas mezcladas con catolicismo, cosa que los antiguos esclavos se vieron forzados a hacer para que sus tradiciones no fuesen condenadas y eliminadas por la Iglesia.

Asi que desde pequeño asistí a reuniones familiares donde se cantaba y realizaban misas bailando al son de los tambores y envueltos por el humo de sendos puros habanos. Sin embargo el ritual que mas me llamó siempre la atención fue el de la contracción de nupcias. La pareja entregaba alguna pertenencia preciada y estas se metian en un coco maduro , que anteriormente se bañaba en la sangre de un gallo vivo, y lo lanzaban a las profundidades del mar en ofrenda a Yemayá: Madre de todos los dioses u orishas. Mas tarde la pareja partía en una chalupa a pasar un mes en uno de los innumerables cayos que rodean la isla, donde habitarían un mes entero sin contacto con el mundo exterior. Siempre que preguntaba a mi madre que sucedia alli, reia picaramente y me contestaba "Lo sabrás cuando seas mayor y te cases."

Cada vez que ocurria este evento pasaba los siguientes dias con ensoñaciones de visitas a los cayos, descubriendo cada vez algo sorprendente. Planeaba, junto a mis primos, el robo de una chalupa para entre todos remar hasta el lugar y desentrañar sus secretos. Pero como niños que éramos, todo quedaba en palabras.

Gracias a ser un alumno especialmente aplicado a los 14 años me surgió la oportunidad de salir del pais por una beca de estudios, y las vivencias características de esta etapa de la vida me hicieron abandonar el contacto con familiares y con mi antigua vida.

Los años pasaron y pude encontrar un empleo estable y una mujer con la cual plantear el comienzo de una familia en la ciudad que ya consideraba mi hogar. Pero los remordimientos y la nostalgia hicieron que le escribiese una carta a mi madre (pues en los 90 era muy dificil encontrar a alguien con ordenador en ese pais, no digamos ya Internet) pidiendo perdón por tanto tiempo sin dar practimanente noticias mias, y contandole mis planes de futuro junto a mi pareja.

Dos meses mas tarde recibí un pequeño paquete acompañado de una carta remitida por mi madre.

En la carta me perdonaba, de hecho, estaba muy feliz de que me hubiese ido tan bien en el extranjero y de que no me hubiese corrompido por los males del capitalismo. Insistía mucho en que me casase y la boda se realizase en Cuba, mediante el rito familiar. Argumentaba que sería una bonita reconciliacion con mis familiares y que no me preocupase de gastos,  ellos se encargarían de todo. También me contaba que en en paquete encontraria las alianzas que habían usado los miembros de la familia generacion tras generacion, desde que el primero de los Clarens tomó por esposa a una antigua sirvienta  allá por 1868,  cuando los terratenientes cubanos dieron libertad a sus esclavos para luchar contra el colonialismo español.

Completamente emocionado y con lagrimas en los ojos por el dolor de revivir los agradables momentos de la infancia, abrí la sencilla cajita de caoba. Dentro había dos alianzas de oro macizo, bellamente grabadas por el exterior con el apellido familiar. Mientras me encontraba aun presa de la emoción vi algo en una de las alianzas que me llamó la atención, al parecer estaban grabadas también por el interior. El mensaje era ilegible, desgastado por el tiempo y el uso. Encendí la lamparita de mi escritorio y con una lupa me dispuse a intentar descifrar el enigmático texto.

Al principio supuse que serían algunas palabras en el idioma de los esclavos, hechas para aludir a la cultura de mi antepasada afrocubana sin que esto fuese publico. Imaginesen el rechazo social que hubiesen sufrido de ir proclamando abiertamente su aceptacion de una creencia no católica.

Cuando conseguí descifrar las palabras caí en un estado de horror tal que rapidamente metí los anillos y la caja en el mismo paquete en el que vinieron, los até a una piedra y los lancé a la bahía deseando perderlos de mi vista para siempre. Corté totalmente mi relación con la familia y me fuí a vivir con mi pareja a otra ciudad, huyendo de posibles misivas de mi madre.

Lo unico que conservo de aquella experiencia es una foto que realicé de la inscripción del anillo. Que me hace temblar cada vez que la encuentro reorganizando las carpetas de fotografias viejas.

iä iä, Cthulhu fhtagn!

Jajaja... buen relato y bien hilado, Eremita. No sabía que tuvieras tan buenas dotes de escritor.

Espero que todo vaya bien en tu matrimonio