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Las máscaras de Nyarlathotep. Diario de sesiones (GdlA Entwistle)

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Tillinghast Bibliotecario
14-09-2019 01:10

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¡Yo os invoco, gran Neddam!

Entwistle, te reto a que cuelgues una foto de los dados que usáis para jugar la campaña.

Veamos si estas tan... ... como Neddam

Entwistle Bibliotecario
14-09-2019 12:16

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Vive Dios que los subiré. Pero los míos, eso sí, son dados normales sin coherencia alguna. Igual me hago, por puro completismo, con los de Q-WS que sacó Edge, pero este mes el presupuesto se me ha ido en reformar el baño.

Tillinghast Bibliotecario
14-09-2019 12:24

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No worries

Nunca superarás a Neddam. El único e inigualable capaz de usar 3 sets de dados QWS edición Masks of Nyarlathotep, de LOS 5 QUE TIENE, para jugar a Masks of Nyarlathotep

Neddam, eres mi ídolo y mi inspiración.

Te quieroooooo

Neddam Bibliotecario
14-09-2019 13:23

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Lo dicho, yo siempre puedo servir de mal ejemplo.

Entwistle Bibliotecario
14-09-2019 13:31

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Seguimos con la crónica.

¡Spoiler!

El sábado 17 de enero de 1925 amaneció con la noticia de un incendio en Prospero House. Una vez el grupo hubo leído el escueto artículo en el periódico decidieron personarse allí sin demora. Apuraron el desayuno en casa de Drake y salieron hacia la editorial.

Al llegar se encontraron con el inspector Malone, que les explicó que el fuego se desató de madrugada. Requeridos por el agente, el grupo le contó sus últimas averiguaciones y sus sospechas sobre una extraña especie de culto criminal asentado en Nueva York. Entonces Malone les contó que habían recuperado dos cadáveres calcinados del interior de la editorial, teniendo la firme convicción de que uno de ellos es el de Jonah Kensington. Antes de marchar los investigadores se ofrecen a colaborar con la policía trasladándoles todas sus averiguaciones, a lo que Malone les responde que se anden con ojo, ya que últimamente se ha venido produciendo una oleada de desapariciones, sobre todo alrededor de Harlem. También les previene de un coche negro que algunos testigos han visto en las proximidades de la editorial.

Por la tarde el grupo de divide. Drake va a ver a su padre, mientras que Amanda y Steve van a hacer un par de llamadas. La primera llamada es a Harvard, a la sta. Artwright. Una vez informada de la muerte de Elías, lo cual la sume en una profunda consternación, Amanda le pregunta por el libro que buscaba Jackson. Ma bibliotecaria les dice que se trataba de un raro volumen titulado Sectas oscuras de África que, extrañamente, se desvaneció de forma totammente inexplicable hace un tiempo. Los investigadores le indican en pocas palabras las investigaciones que Jackson realizaba antes de morir, y Miriam les ofrece su ayuda en caso de que pueda aportarles algo de utilidad. Amanda en ese momento le describe pormenorizadamente el símbolo que Elías tenía grabado en la frente (aunque le oculta que la marca estaba grabada a cuchillo sobre Jackson), descripción que Amanda anota cuidadosamente prometiéndoles que les hará saber cualquier averiguación que haga.

Entwistle Bibliotecario
16-09-2019 10:08 (editado 16-09-2019 16:00)

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¡Spoiler!

Al finalizar la llamada de Amanda, Steve llama a la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Miskatonic, en Arkham, para hablar con el doctor Anthony Cowles. Cuando el doctor Cowles se pone al teléfono, el joven Steve le comenta que se trata de un estudiante consternado que no pudo asistir a la conferencia ofrecida en Nueva York, de modo que tras indicarle que se trata de un joven estudiante de postgrado de arqueología, le pregunta si tiene inconveniente en comentarle los puntos principales, ya que el pasquín publicitario le dejó completamente entusiasmado.

El doctor Cowles, bien pagado de sí mismo, comienza a relatarle un resumen de su conferencia, tocando los puntos principales relativos a las antiguas y sangrientas religiones aborígenes australianas, tales como la realización de sacrificios humanos a una deidad conocida como el Padre de todos los murciélagos. El relato se completa con detalles tales como otros cuentos míticos relativos al antagonista del Murciélago: la Serpiente del Arco Iris, así como a antiguos mitos sobre ciudades enterradas en la arena que fueron arrasadas, mucho antes de la aparición del hombre, por un extraño viento provisto de vida. Steve le pregunta a Cowles si existen pruebas relativas a la existencia de tales ciudades, a lo que Cowles responde que recientemente se han encontrado unos ciclópeos bloques en el desierto noroccidental de Australia, indudablemente manufacturados y de una imposible antigüedad. De hecho, uno de los propósitos del doctor Cowles con su estancia en los EEUU es buscar financiación para investigar ese yacimiento. La conversación telefónica termina con Cowles ofreciéndose a recibir al joven Steve en su despacho en la Universidad del Miskatonic, para indagar en los detalles concretos e incluso mostrarles unas placas fotográficas de los extraños bloques tallados.

Por su parte, Drake va a ver a su padre. La relación entre padre e hijo es ruda y difícil, lo que se muestra con la reacción del padre de Drake al ver a su hijo:

- ¿Qué demonios quieres ahora?

- Papá, necesito tu ayuda.

- ¿Y cuánto me vas a pagar?

- 20 $.

- O son 50 y me los das ahora mismo o ya te estoy echando de una patada en ese culo malnacido.

Tras entregarle el dinero que pide (el grupo previamente se había dirigido al banco a hacer efectivo el cheque de 1000$ que Jonah Kensignton les había entregado), Drake cuenta a su padre sus sospechas acerca de la casa del Ju-Ju, y le emplaza a reunirse con el esa noche a las 2 am para indagar de forma apropiada. Tras acordar los detalles, Drake se marcha dando un portazo, quedando en verse en la Avenida Lenox a eso de la 1:45.

Volviendo a Steve, el joven piensa que su comportamiento en el Ju-Ju no fue todo lo apropiado que debía haber sido, de modo que decide volver allí en solitario con un doble motivo: Pedir disculpas a Silas y, de paso, intentar averiguar qué puerta abre la llave que el viejo llevaba colgada del cuello. Cuando vuelve al nº1 de Ransom Court se percata de que, en el patio, hay 3 hombres negros deambulando por el lugar, en actitud de vigilar la entrada de la tienda. Aparcado junto a la puerta, hay un polvoriento coche negro cuyo conductor, pese a que el motor está apagado, se encuentra sentado en el asiento del piloto. Tras ese rápido exámen a la situación exterior, el joven estudiante penetra en el interior de la tienda. Las campanitas de la puerta anuncian su visita a un Silas que se turba al verle aparecer de nuevo. Tras aceptar sus disculpas, el viejo insiste en que su negocio es su humilde modo de vida. Steve se marcha, no sin antes comprar una bonita aunque inútil figurilla de madera tallada por una suma que se le antojó excesiva.

Al salir, Steve ve que ahora hay 5 hombres negros en el patio, y que el conductor del coche sigue dentro del mismo. Steve decide recorrer Ransom Court entre la 137 y la 138 para intentar localizar alguna entrada oculta. Se acerca a la tienda de empeños abandonada frente a la Casa del Ju-Ju, pero sus ventanas tapiadas y su puerta claveteada le indican que allí hay poco que averiguar. Cuando deja el patio y sale a la 137 se cruza con una vecina, que le indica que haría bien en evitar ese oscuro negocio y a los extraños y poco amistosos negros que lo frecuentan. Steve le pregunta el por qué de esa afirmación, y la señora le indica que aproximadamente una vez por semana tiene lugar algún tipo de reunión de negros, todos con pinta de mala gente, en el lugar. Además, dice, más o menos una vez al mes llega MUCHA (la señora enfatiza la palabra) gente, lo cual no puede indicar ninguna actividad saludable. Antes de poder preguntarle por más detalles la señora se aleja, dejando a Steve en un mar de dudas.

El grupo vuelve a reunirse al ocaso. Drake les dice que va a llegar al fondo de lo que sea que se oculte en el Ju-Ju, y que irá allí con su ayuda o sin ella. Los otros dos le ruegan paciencia y prudencia, a lo que Drake les dice que ya ha esperado bastante y que quiere resolver este turbio asunto, lo que tal vez le sirva para volver a la policía de la que fue expulsado con deshonor. Steve se muestra dispuesto a acompañarle, mientras que Amanda dice que no se hace responsable de lo que le pueda pasar. Drake les dice que ha quedado con su padre a la 1:45 en la Avenida Lenox, de modo que sabrán dónde encontrarle.

Editado: Añado el final de la sesión.

¡Spoiler!

Son las 1:45 de la madrugada del 18 de enero cuando el grupo, junto al padre de Drake, se reune en la Avenida Lenox. Amanda se mustra extremadamente reticente a allanar el negocio del viejo Silas, así que decide permanecer en el coche en la esperanza de poder servir como una vía rápida de escape de ser necesario. El frío de enero en Nueva York llena de escarcha hasta los tuétanos, y la fina lluvia que aparece empapa las ropas aumentando en grado extremadamente severo el malestar. De vez en cuando algún copo de nieve se entremezcla con el agua de lluvia, y las vaharadas de vapor que suben desde el subsuelo cubren la ciudad con una mortaja de irrealidad y melancolía.

En lugar de entrar de golpe hacia Ransom Court, el grupo se aposta en una esquina el tiempo suficiente para comprobar que el patio está vacío. El coche sigue aparcado a la puerta de la Casa del Ju-Ju, pero no hay nadie al volante. Haciendo gala de su habilidad natural, Drake fuerza la cerradura con un par de ganzúas, guardando tanto silencio como le es posible. Una vez dentro, alumbrándose con unas cerillas, examinan el pequeño local. Justo antes de caer presa de la desesperación y abandonar la incursión, el joven Steve repara en la alfombra colocada en el suelo, en el lugar que habitualmente ocupa Silas. Para trabajar más cómodamente retiran el mostrador y, acto seguido, la alfombra, revelándose la inconfundible silueta de una trampilla. Para su sorpresa, el grupo descubre que está abierta. La levantan con sumo cuidado y se adentran en el pasillo descendente, alumbrado por la solitaria luz de un candil. La titilante llama ilumina los grabados de las paredes, que el joven Steve identifica como símbolos tribales de malicia y maldición. El pasillo es tan estrecho que deben bajar en fila de a uno. Drake abre la comitiva, seguido por su padre. El joven Steve es el último. Todos se afanan en moverse de forma silenciosa.

Al llegar al final del pasillo, a mano derecha encuentran una robusta puerta de roble con los goznes de su lado que también está abierta. Con sumo cuidado, Drake la abre lentamente, presenciando una escena que se le graba a fuego en las retinas: Un grupo de unas 8 personas se encuentran espalda contra pared cubriendo todo el perímetro de la sala, tocando unos rudimentarios tambores. Un par de antorchas iluminan el interior, cuya atmósfera enturbiada por el humo es especialmente sofocante. Dos postes se alzan en el centro de la sala, y atado a uno de ellos hay una figura destripada a la que le falta media mandíbula. Y, sin embargo, se mueve. Frente a él, un oficiante cubierto por una túnica confeccionada con piel de animal y con lo que desde la distancia parecen garras en vez de manos afana en canturrear una letanía mientras graba algo en la frente del desdichado.

El joven Steve se apresura en retroceder por el pasillo y buscar algo con lo que armarse, encontrando una especie de lanza indígena. Tras tomarla, vuelve a descender y se agazapa tras sus compañeros. Drake y su padre se toman tiempo, ya que parece que no han sido detectados, para apuntar a la cabeza del oficiante con sus revólveres. Padre e hijo se miran siendo conscientes de que su final puede estar a la vuelta de la esquina. Entonces, tras un momento de insoportable tensión, ambos disparan.

El atronador sonido de los revólveres retumba en la cámara, convertida en una especie de cámara de resonancia. Los fogonazos se mezclan con el inconfundible sonido de un hueso haciéndose añicos y un profundo quejido. Un disparo ha fallado, pero el otro ha alcanzado al oficiante, hiriéndolo gravemente en el hombro. Este se gira raudo hacia la puerta, que alcanza en tres zancadas. Drake vuelve a disparar, pero falla. El oficiante ataca entonces con sus garras, asestando un formidable golpe al padre de Drake, que retrocede escupiendo sangre para, a la desesperada, responder con un disparo que alcanza al sacerdote entre los ojos, con lo que cae fulminado. Mientras los integrantes de la reunión se abalanzan contra la puerta, el grupo retrocede hacia las escaleras, bloqueando el paso de modo que sólo puedan recibir ataques de un enemigo cada vez. Los enemigos se encuentran bloqueados en las escaleras y el primero ataca desesperadamente con un enorme machete. La escena es grotesca, con tres hombres respondiendo a los machetazos de un grupo de negros desnudos ataviados únicamente con un repulsivo gorro color rojo. Drake y su padre reciben varios machetazos en sus cuerpos, pero la fortuna quiere que ninguno sea especialmente grave. El joven Steve ataca desesperado con su lanza mientras padre e hijo disparan cada vez que pueden. No son necesarios muchos disparos para eliminar a tres atacantes más, que compensan la fiereza de sus intentos con una desesperada falta de coordinación. Los últimos atacantes se ven dificultados por los cuerpos de sus compañeros muertos, de modo que el grupo aprovecha para terminar de subir hacia la tienda. Con la mayor presteza, cierran la trampilla y se colocan encima, para poder recargar sus armas. Amanda llega en ese momento, atendiendo a Drake de sus heridas. Al mismo tiempo, Steve atiende al padre de Drake. Los golpes en la trampilla indican que no pueden ganar mucho más tiempo, de modo que se disponen a continuar la lucha desde su ventajosa posición. Cuando la trampilla se abre la lucha se vuelve desesperada, pero al mismo tiempo atrozmente rápida por la ventaja numérica. Unos instantes después, y sin muchas heridas más, el grupo se libra de todos sus atacantes.

Tras tomar un respiro, llegan a la conclusión de que es necesario bajar y examinar cuidadosamente el sótano. Cuando llegan abajo lo primero que hacen es examinar el cadáver del oficiante, quedando atónitos con la túnica que lo cubría y con las garras de alimaña salvaje que usaba como arma, en forma de guantes mortíferos. El horror se recrudece cuando se acercan al poste y descubren que el desdichado que permanece atado y destripado se mueve y vive, cuando es evidente que no debería hacerlo Como una siniestra firma, en la frente tiene grabada la marca que ya vieron en Jackson Elías. Instintivamente, el joven Steve se aleja del poste mientras Drake vacía su cargador en la cabeza de eso que una vez fue humano, reparando en una cortina que interrumpe la pared de la sala.

Cuando se acerca a la cortina, la aparta rápidamente, revelando dos cadáveres destripados más que, para su completo pavor, se giran y se abalanzan sobre él. Los gritos de Amanda cortan el aire mientras que Drake le pega un tiro al ser más cercano, sin más efecto que arrancarle un pedazo de carne. En ese momento, y viendo que le revólver no les va a ser de mucha ayuda, lanza el extremo de una cuerda que lleva consigo a Amanda para poder, en una maniobra delicadamente coreográfica, atar a los dos cadáveres andantes para así poder inmovilizarlos y eliminarlos de forma más efectiva.

Resuelto el problema, y recuperándose del tremendo susto, Steve vuelve a la cámara tras la cortina. Allí encuentra varios objetos, entre los que se cuentan un cetro, una cinta para ceñir sobre la cabeza y un cuenco hecho de algo que, si bien parece bronce, presenta un peso que no corresponde con el que debería tener un objeto de ese tamaño hecho de ese metal. También encuentra una extraña y repulsiva máscara que identifica como de inequívocos rasgos africanos mezclados, eso sí, con unas características desconocidas. Sobre una hornacina en la pared reposa un libro: Sectas oscuras de África; todo indica que es el libro que la señorita Artwright comentó que había desaparecido de la biblioteca de Harvard.

Mientras examinan todos los objetos, el grupo coincide en que deben llamar al inspector Malone para ponerle al tanto de todo lo que sucedía en ese foco de pura maldad. Cuando caminan hacia la puerta, se fijan en algo en lo que no habían reparado: Dos postes dotados de sendas poleas de los que parten unas cuerdas que se anclan a un punto del suelo. Cuando se acercan y lo examinan con detenimiento, perciben lo que a todas luces es una tapa. Steve acerca el oído y alcanza a oir unos murmullos y susurros apagados al otro lado. El grupo es consciente de que aun quedan secretos por desvelar en la pavorosa y perversa oscuridad de aquel sótano de Harlem.

CONTINUARÁ.

Entwistle Bibliotecario
09-10-2019 13:18

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El pasado viernes tuvimos la tercera sesión. Queda aquí el resumen.

Por cierto, se me ha ocurrido que cuando termine cada capítulo, puedo colgar todos los resúmenes seguidos en mi bloj, para concentrar y tenerlo todo juntito.

Sin más, vamos a ello:

¡Spoiler!

Mientras se preguntan qué demonios esconde esa pesada tapa, el grupo se da cuenta de que uno de los miembros del culto sigue con vida. Rápidamente, sin que el sujeto tenga tiempo de reaccionar, consiguen atarle para inmovilizarle. Acto seguido, Drake comienza el interrogatorio, secundado por su padre. Tras un par de bofetones que hacen que al negro se le salten los dientes, resulta evidente que el sectario sólo conoce su idioma natal, con lo cual cejan en su empeño y se retiran, sin atreverse a abrir el pozo.

El grupo se recompone y recoge todos los objetos que encontraron en la cámara oculta tras la cortina. Como pueden, lo trasladan todo hasta el coche, dónde se introducen todos y comienzan a trazar los próximos pasos a dar. El joven Steve ojea Sectas oscuras de África, donde encuentra referencias a una máscara que muestra la verdad. Sumando dos y dos, mira la extraña máscara ritual hallada en el sótano de la casa del Ju-Ju y se pregunta si no será la misma. Al examinarla lentamente, se da cuenta de que la trasera no está tallada, y que aquello que sea parecido a los ojos del lado exterior no tiene comunicación con el interior. Animado por la lectura del libro, decide colocársela, no sin antes ser testigo de la atónita mirada de sus compañeros.

Al colocársela, al principio sólo ve una total oscuridad, pero no siente ninguna sensación extraña. Sin embargo, al cabo de unos pocos segundos ve una extraña e inexplicable claridad al mismo tiempo que tiene una extraña sensación de hormigueo en la parte posterior de su cabeza y siente un lejano dolor en los ojos. Ante esas perturbadoras sensaciones, Steve intenta retirar la máscara de su rostro, pero comprueba con horror que no puede hacerlo. Comienza a moverse compulsivamente para pedir ayuda a sus compañeros, que intentan en vano quitarle la máscara.

Todos los esfuerzos son inútiles, y es entonces, en su desesperación, cuando Steve es consciente de lo que se forma ante sus ojos. Una extraña niebla comienza a tomar forma: Múltiples colgajos y zarcillos circundan una horrible nube, por usar una palabra que los humanos puedan asimilar a algo que por definición es inasumible por nuestra pequeña e ignorante mente. Y sin embargo, eso no es lo peor, ya que cada apéndice antinatural de esa abigarrada y aborrecible forma se comporta como si por sí misma estuviera viva. Los apéndices se giran y se retuercen en una torsión interminable, y se anudan a la masa principal en un primigenio y universal abrazo. La fuerza vital que desprenden es abrumadora, como si la propia Vida hubiese cobrado forma, pero de un modo obsceno y terrible: Múltiples llagas se abren y supuran, y un sin fin de bocas claman por alimento que les es proporcionado por los múltiples brazos que también emergen de la masa principal, en un grotesco acto de autoamamamantamiento. Entonces, sólo entonces, ante la evidencia de que es imposible saciar tan cósmica magnitud de hambre, la cosa-criatura-vida repara en Steve, hacia al que se abalanza a un ritmo lento pero imparable. Steve no tiene sitio al que huir, al menos de forma física. Su mente, sin embargo, incapaz de asimilar lo que está viendo, se libra del hilo que la ata a la realidad en el mismo momento en el que una de esas bocas está apunto de engullirlo. Es sólo una fracción de segundo después de que la cordura de Steve quede completa, absoluta e irrecuperablemente destrozada, cuando la máscara se cae de la cara del joven estudiante, dejando al equipo en Shock y al propio Steve con la mirada perdida en el infinito mientras un hilo de babas cae de la comisura de su boca.

Entwistle Bibliotecario
14-10-2019 11:36 (editado 14-10-2019 13:31)

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Por algún motivo (la semana pasada fue bastante divertida) nunca terminé el diario de sesiones. Vamos a ello.

¡Spoiler!

Tras la pérdida de Steve, Drake se mostró decidido a volver a la casa del Ju-Ju con su padre para esperar a Silas, en la esperanza de que no haya tenido noticia de lo sucedido durante la noche. Amanda, a regañadientes, les acompaña. Steve queda en el coche sumido en un estado de semi-catatonia, por lo que no ven del todo inconveniente el dejarle solo.

Recorren a toda prisa la pequeña distancia que separa el coche en la avenida Lenox de la tienda, y consiguen milagrosamente evitar ser vistos. Entran en la tienda y se apostan en ella tras el mostrador, a la espera de Silas. No transcurre demasiado tiempo hasta que este llega, pasados pocos minutos de las 8 de la mañana. En un rápido movimiento, Drake se alza y, sin darle al viejo negro tiempo a reaccionar, le golpea saltándole los dientes. Los demás se revelan en ese momento y abren la trampilla, a lo que Silas responde con un gesto de contrariedad. Bajan al sótano y, esquivando como pueden los cuerpos amontonados, llevan a Silas al borde de la trampilla mientras Drake comienza a pedirle explicaciones. Silas se niega a responder, y entonces, en Drake conmina a su padre a abrir la trampilla. Amanda, más alejada, sólo alcanza a escuchar unos inhumanos chillidos que proceden del fondo del pozo, y a duras penas resiste el simple hecho de escucharlos; sin embargo, Drake está allí y ve: Al fondo del pozo la primera impresión es la de que se refugian decenas de personas que claman desesperadas por su liberación, pero una mirada más detallada muestra que simplemente se trata de caras: Un puñado de rostros amalgamados en una inhumana y vermiforme argamasa de carne, que se esfuerzan por trepar por las lisas paredes del pozo. Drake y su padre resisten como pueden, recurriendo a toda su sangre fría, el embite de la locura. Sin embargo, lo que de verdad les aterroriza es la reacción de Silas. El viejo, tras comprobar que el oficiante está muerto en el centro del sótano, muda su rostro de la preocupación al gozo. A continuación, y como si los golpes no hubiesen tenido efecto sobre el, se alza y se dirige al borde del abismo, al cual se arroja con una expresión de tremenda felicidad.

¡Spoiler!

Como pueden, salen de aquella tienda y vuelven al coche, con los nervios destrozados. Al llegar al coche se dan cuenta de que la necesidad más acuciante es llevar al joven Steve a un centro médico para que puedan evaluarle y atenderle como es debido. Drake tiene una conversación con su padre, al cual encomienda a ir a la policía para contar lo sucedido, confiando en que tal vez así pueda limpiar su reputación. Tras separarse, Amanda y Drake se dirigen con Steve al hospital más cercano. Allí, acuden con el al mostrador principal y pronto se revela la evidencia de que el joven necesita atención especializada. El hospital se hace cargo de él y Amanda decide visitar, junto con Drake, al supervisor doctoral de Steve para informarle de lo sucedido.

¡Spoiler!

Cuando llegan a la Universidad, literalmente como almas en pena debido a los sucesos de una noche sin dormir, les dirigen amablemente al despacho del supervisor de Steve. Allí, a puerta cerrada, le ponen al tanto de la tragedia del joven investigador. El profesor, lógicamente intrigado, les pide detalles acerca de en qué andaba su estudiante involucrado, ante lo que Drake y Amanda les cuenta las investigaciones que han llevado a cabo estos días, cuyo detonante fue el asesinato de Jackson Elías motivado, al parecer, por la investigación que llavaba a cabo sobre la Expedición Carlyle. Al oir el nombre el profesor levanta una ceja y les enseña una invitación, primorosamente redactada, a una fiesta de gala con afán benéfico que Erica Carlyle organiza en su casa la tarde del día siguiente. Amanda y Drake no lo dudan y sugieren al profesor que si quieren llegar al fondo del asunto deberían entrevistarse con Erica Carlyle. El profesor acepta, tremendamente intrigado y decidido a averiguar el motivo tras el funesto destino del joven Steve. El grupo se separa, quedando en encontrarse al día siguiente para poder descansar la jornada actual. Eso sí, Drake objeta que el no asistirá a la fiesta del modo usual, sino que aprovechará para colarse en las dependencias de la casa en busca de esa caja fuerte que se mencionaba en las notas de Elías, solicitando a Amanda y al profesor que le cubran si es necesario.

Dicho todo lo anteror, el grupo se separa para descansar y prepararse para la fiesta del día siguiente.

Entwistle Bibliotecario
16-10-2019 12:01 (editado 16-10-2019 17:23)

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Seguimos con el resumen de la última sesión:

¡Spoiler!

El grupo pasa el resto del día descansando. Al día siguiente, se preparan para acudir a la fiesta de Erica. Tras ir de compras y acicalarse apropiadamente con sus mejores galas, el equipo se reune en la Universidad para salir hacia la residencia Carlyle. El coche se aleja del núcleo urbano de Nueva York y se adentra en un territorio mucho más natural que la fría mole de cemento, acero y hormigón que forma la Gran Manzana. El camino es solitario y poco transitado, y la mayor parte del camino el coche avanza en solitario. A lo lejos se adivina la ominosa silueta de una conocida prisión, tras lo cual, poco después, atisban la valla exterior. En ese momento el coche se detiene y Drake se baja discretamente del mismo, escabulléndose entre la espesura para evitar ser visto.

Amanda y el profesor avanzan hacia la valla y exhiben su invitación, a la que no ponen objeción alguna. Al recorrer el inmenso jardín de la propiedad les llama la atención el nivel de seguridad desplegado. Son frecuentes los hombres patrullando, alguno visiblemente armado. Pocos minutos después el formidable palacete de dos plantas se alza ante ellos. En la entrada deben mostrar nuevamente su acreditación, tras lo cual pasan al interior. El ambiente festivo lo inunda todo: Bebidas refrescantes, música en directo, un lugar habilitado para la colecta de fondos y el delicado olor de los más exclusivos perfumes. Toda la elegancia de la alta sociedad neoyorkina se muestra ante sus ojos.

Erica no es difícil de localizar, ataviada con un vestido dorado ceñido al cuerpo y tocada con una especie de turbante adornado con plumas de pavo real. Las joyas que porta, sin ser ostentosas, dan suficiente muestra de su inmensa riqueza. Toda ella es un portento del saber estar. Decididos, el profesor y Amanda avanzan hacia ella.

Mientras tanto, Drake bordea el perímetro de la finca a la búsqueda de una vía de acceso. En un golpe de suerte, consigue localizar un árbol que se alza prometedoramente cerca de la valla, que por sí misma es de una altura insuperable. Grácilmente, el investigador trepa por el árbol y en un prodigio de funambulismo consigue caminar por una rama y saltar hacia el interior de la finca, aterrizando suavemente sobre el suelo, mullido por la blandeza del terreno y por el césped que lo puebla.

Una vez dentro, su objetivo es evitar a toda costa ser visto, cosa que consigue no una sino tres veces. Hábilmente se oculta entre las sombras esperando su oportunidad para avanzar sin que los guardias lo detecten. Finalmente consigue acercarse a la mansión. Vestido como va de gala decide mezclarse y conversar con algunas personas que están en el exterior, para finalmente introducirse sin despertar sospechas en la casa.

Cuando penetra en el interior del palacete, tarda una fracción de tiempo en localizar al profesor y a Amanda. Consigue llamar su atención y les hace un gesto indicando que va a explorar la casa en busca de la biblioteca. Decidido, se dirige a las escaleras y sube como quien no quiere la cosa. Sin embargo, un vigilante le llama la atención, preguntándole a dónde se dirige. La contestación dada no satisface al vigilante (tiene servicios en la planta baja, señor) lo cual le obliga a volver a la fiesta. Tras pensarlo un poco, se decide a buscar un pasillo de servicio con la esperanza de que ofrezca un camino alternativo a las estancias superiores. Tras unos momentos de observación, consigue localizar una puerta prometedora, por la que salen en ocasiones los sirvientes portando comida y bebida. Con cuidado de no llamar la atención, se introduce por la puerta que da, efectivamente, a un pasillo interno que termina, varias puertas después, en una escalera que sube hacia la primera planta. Tras tomarla, llega a otro pasillo que termina en una puerta, que abre y cruza. Drake se encuentra ahora en un vestíbulo exquisitamente decorado con tapices y maderas. Varias puertas sencillas se muestran a su alrededor, pero la que le llama la atención es una formidable puerta doble centrada en un tabique en el que no hay otras aperturas. Se dirige a ella y la encuentra abierta, con lo que entra a la estancia. La biblioteca Carlyle se abre ante él.

Mientras tanto, el profesor y Amanda se acercan a Erica, no sin antes pasar por la inspección del formidable guardaespaldas de la mujer. Cuando comprueba que no llevan nada que suponga un peligro, pueden agradecerle en persona la invitación, entablando una conversación ligera. Cuando Erica da por terminada la formalidad, Amanda le espeta: por cierto, una última cosa: Tenemos indicios de que miembros de la expedición de su hermano, quién sabe si no él mismo, pueden continuar vivos. Erica, asombrada, se gira hacia la pareja con una expresión que mezcla la sorpresa con el odio. Como única respuesta les cita en su despacho de la planta baja en unos minutos, conminando al señor Corey, el guardaespaldas, a acompañarles.

¡Spoiler!

Una vez a solas con Erica, el profesor y Amanda comienzan diciéndole que no quieren nada de ella: Ni recursos, ni dinero. Sólo esperan que les transmita lo que sepa, poco o mucho, sobre las actividades de su hermano antes de partir a la expedición. Erica saca una pequeña petaca de un cajón y vierte un líquido ambarino sobre un pequeño vaso, el cual degusta con gesto amargo; a continuación, Erica les pregunta a ellos acerca de los motivos que pueden tener para pensar que alguien de la expedición puede estar vivo. Amanda le entrega las notas de Nairobi de Jackson Elías, que previsoramente llevaba consigo; al mismo tiempo, le informan del trágico destino del propio Elías y de su compañero Steve. Ante esas revelaciones, Erica informa a la pareja de investigadores de sus sospechas acerca de una mujer negra que se convirtió en una obsesión para Roger, pero de la que no sabe nombre ni origen. También les comenta que Roger desarrolló unos extraños sueños o pesadillas de los que se negaba a hablar, así como que a veces desaparecía durante días, al cabo de los cuales volvía visiblemente trastornado comentando sin mucho detalle que había estado en Harlem.

Mientras tanto, Drake indaga en la biblioteca, tratando de hacer el menor ruido posible. La búsqueda se antoja larga, de modo que trata de proceder sistemáticamente y empieza a inspeccionar los anaqueles. Pese a ser un hombre poco cultivado, Drake es aficionado a la literatura popular y, particularmente, a Edgar Allan Poe. Tal vez por eso le sorprendió sobremanera encontrar uno de sus libros rodeado de gruesos manuales de filosofía e historia. Sorprendido y ansioso, toma el libro y ve claramente que ocultaba un pequeño botón que, al accionarlo, activa un mecanismo que revela una caja fuerte. Animado por el éxito, decide buscar en el propio libro la combinación, encontrándola en una de las solapas. Al abrir la caja fuerte, encuentra cuatro volúmenes: Dos gruesos y dos más pequeños y manejables. Al hojearlos, comprueba que uno de ellos está escrito en francés, por lo que decide dejarlo allí. Los dos libros pequeños puede ocultarlos sin esfuerzo en los bolsillos de su traje, pero el tercero es más grueso y debe buscar alguna forma de transportarlo. Embebido en el problema, choca contra una mesa produciendo un fuerte ruido, lo que le alarma y le decide a improvisar: Se quita la chaqueta y se la cuelga del brazo, ocultando como puede el texto con el tejido. Acto seguido, oculta la caja fuerte, lo deja todo tal y como estaba y abandona la biblioteca por el lugar por el que vino, llegando al salón principal rápidamente.

En su despacho, Erica escucha un sonido procedente del piso superior, lo cual también alarma al profesor y a Amanda. Esta última, sin darle tiempo a reaccionar, apremia a Erica acerca de esos extraños sueños que tenía su hermano. Erica les comenta que le sugirió a Robert que se tratase con el reputado Rober Huston, un prestigioso psiquiatra de la alta sociedad de mucha fama en aquel entonces. Erica les comenta que Huston animó a Roger a organizar la expedición para canalizar los sueños que tenía como parte de su tratamiento, pero ahora, tiempo después, sospecha si aquel movimiento no terminó de desquiciar a su hermano, dirigiéndole en última instancia a la perdición.

Tras esas palabras, Erica mira su reloj y da por terminado el encuentro con Amanda y el profesor. Justo en ese momento, Joe Corey abre la puerta e invita a salir a la pareja. Al llegar al salón, ven a un apremiado Drake, que les hace un gesto indicándoles la puerta de salida. Los tres salen de la casa y recogen el coche, poniéndose al día una vez que suben dentro. Drake les enseña los libros que ha encontrado, que deben ser los que se mencionan en las últimas notas de Elías; al mismo tiempo, Amanda comenta que tal vez sería buena idea intentar averiguar más datos acerca de Huston. El profesor, acostumbrado a los trámites burocráticos, sugiere que tal vez en el Colegio de Médicos puedan indagar por esa vía.

Drake arranca el motor y encamina el coche de nuevo hacia la luz inapagable de la ciudad.

Ahora sí.

Entwistle Bibliotecario
19-11-2019 11:01

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Acabo de caer en la cuenta de que no llegué a transcribir la última sesión de las Máscaras, que cerró el capítulo de Nueva York. Lo dejo por aquí:

¡Spoiler!

AL día siguiente de la fiesta, ante la evidencia de que sería de gran utilidad acceder a los registros médicos del Dr. Huston, el grupo decide ir a visitar el Colegio de Médicos. Allí, son atendidos por un amable recepcionista que les conmina a entrevistarse directamente con el Secretario de la organización, indicándoles que su despacho se encuentra tras la primera puerta que se abre en el pasillo al que se accede directamente por recepción.

Tras agradecer al recepcionista, el grupo abre la puerta que da al pasillo señalado. Allí ven dos puertas más y unas escaleras que suben hacia la planta superior. La primera puerta está rotulada con un cartel que indica Colegio de Médicos de la Ciudad de Nueva York - Secretaría; mientras que en la segunda el rótulo reza Archivo. Amanda se rezaga un poco e intenta abrir la puerta del archivo antes de que sus compañeros llamen a la Secretaría, pero la puerta está cerrada, a primera vista con una cerradura sencilla de forzar. Mientras echa mano a una horquilla de su cabeza, escucha unos pasos descendiendo por la escalera. Rápidamente se recompone y el grupo ve como un guardia de seguridad, indudablemente haciendo una ronda por el edificio, llega al pasillo y se dirige al vestíbulo. Todos se saludan con un educado buenos días, tras lo cual, para evitar despertar más sospechas, el grupo llama a la puerta de la secretaría. Una voz les responde con un ¡adelante!

Al abrir la puerta se encuentran ante un formidable despacho. Las paredes están cubiertas por estanterías abarrotadas de libros, carpetas y documentos sueltos. Un formidable escritorio macizo se alza ante una ventana que deja ver los edificios de la ciudad. Sentado ante el escritorio, sobre un sillón de cuero con ostentosas orejas, impecablemente vestido, afeitado salvo por un barroco bigote de puntas enroscadas, se muestra el secretario.

Tras dar la bienvenida al grupo, éste indica al hombre que necesitan acceder al archivo médico de Huston. El secretario les confirma que, efectivamente, el archivo se encuentra allí, como corresponde a los documentos médicos que quedan en depósito tras la muerte de un colegiado. Lamentablemente, prosigue, es de todo punto imposible que el grupo acceda al archivo, por mucha investigación que estén llevando a cabo; sobre todo tratándose de un asunto extraoficial. El Secretario les conmina a solicitar una autorización judicial como vía correcta de acceso, siendo inflexible en este punto; no obstante, inquirido por las preguntas del profesor universitario, les confirma a regañadientes que un médico colegiado en ejercicio de su profesión podría acceder al archivo.

Una vez fuera del Colegio, el profesor informa al grupo de que puede preguntar a algún colega de la Facultad de Medicina, aunque no les promete nada. Poco antes de la hora del almuerzo, el grupo se separa, dirigiéndose el profesor a la Universidad.

Una vez allí, el profesor se dirige a la Facultad de Medicina, en lo que le parece un paseo interminable a través del Campus que rodea la concurrida Washington Square. Una vez dentro, consulta el mapa del edificio en el vestíbulo y no tarda en ubicar a su colega. Raudo, se dirige a su despacho. Tras los efusivos abrazos, saludos y preguntas protocolarias de rigor, el profesor entra directamente en materia, poniendo a su colega al día de la investigación que están realizando. El efecto en su interlocutor es profundo, y al profesor no le cuesta persuadirle de que les ayude en el Colegio de Medicina, a lo que se presta voluntariosamente.

Tras el almuerzo, ambos se dirigen al Colegio de Médicos y acuden nuevamente a hablar con el Secretario, que les informa de que únicamente el profesional colegiado en ejercicio podrá acceder al archivo, por el tiempo que necesite. Eso sí, le informa de que ninguno de los documentos custodiados podrá salir del edificio.

Una vez en el archivo, la pareja se afana por localizar el archivo de Huston. Unos minutos después lo localizan, leyéndolo pormenorizadamente. El profesor anota lo que le parece más relevante en la libreta que siempre porta consigo, tras lo cual vuelven a recolocarlo todo en su lugar y abandonan el archivo y el edificio, despidiéndose y agradeciendo al secretario la ayuda prestada.

El profesor, al caer el ocaso, se reúne con Amanda y Drake y, juntos los tres, examinan en profundidad la transcripción del profesor. De entre todo lo escrito, les llama profundamente la atención el nombre de M’Weru, y se preguntan si no será la negra a la que se Erica Carlyle. Amanda, en un destello de iluminación, comienza a rebuscar entre todos los documentos que han ido encontrando, hasta que da con el que buscaba: Uno de los titulares referentes a la expedición Carlyle. Allí, en una fotografía junto a Carlyle, Masters, Huston, Penhew y Brady, se encuentra una mujer negra. Con un escalofrío recorriendo su espalda, los investigadores comienzan a preguntarse por qué esa mujer empezó a ejercer tan pavorosa influencia sobre Carlyle, al tiempo que son conscientes de que es posible que sea la máxima responsable de todo, ya que Carlyle organizó la expedición tras conocer y ser cada vez más influido por esa mujer negra que mencionaba Erica. Las preguntas se acumulan: ¿Tiene esa tal M’Weru algo que ver con las pesadillas de Roger? ¿Lo utilizó para algún oscuro propósito aun no imaginado?

El grupo es consciente de la enormidad de la tarea que, repentinamente, han cargado sobre sus hombros. Al mismo tiempo, se dan cuenta de que poco más pueden hacer en Nueva York. Consultando todas las pistas, informaciones y testimonios recabados, convienen en que el paso más lógico pasa por dirigirse a Londres. Acuerdan darse un plazo de dos semanas para poner en orden todos sus asuntos y organizar el viaje que les dirigirá, a través del océano, hacia el Viejo Mundo.

Y con esto termina la primera temporada.

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