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Vaya, me sorprende esa declaración. Me parece un libro muy digno. Personalmente pretendo dirigir tres o cuatro (con la primera ya estamos) de las seis.
Un hilo largo. Gracias por traerlo a la luz. A ver si saco tiempo el fin de semana para leerlo
Usadme a placer: Si puedo contribuir en algo contad conmigo.
Mi padre nació en 1942 (a mi abuelo no lo conocí) y muchas veces me relata vivencias que le contó mi abuelo (como el día que estuvieron a punto de fusilarlo los republicanos primero y los sublevados después). De mi abuelo materno, que recién acabada la guerra tuvo que hacer la mili en Lérida también recuerdo historias, como los trenes cargados de supuestos víveres sobrantes de España para abastecer a Italia mientras la gente aquí, con los abdómenes hinchados, se moría de hambre.
Lo complicado de escribir de esta época es permanecer neutro, eso si documentación hay mucha en ingles sobretodo. Recuerdo que la pareja de un compañero de curro, Americana ella tenia un tochaco en ingles sobre la guerra civil, porque se había licenciado sobre ese periodo de la historia en España. Yo sorprendido le reconocí que aquí ese periodo no se estudia. O al menos yo no lo estudie.
Material tengo un par de comics, Joan.Sobrevivir Guerra civil Española. Sin ser una obra maestra explica muy bien el día a día de la sociedad, durante los bombardeos, el contrabando o los cambios de bandos con tal de salir con vida. Muy recomendable para hacerse una idea de como era el día a día.
Y el otro es Los surcos del Azar, basicamente de la suerte delos últimos refugiados en salir de la península y la compañía "la nueve" que acabaron entrando de los primeros a liberar París de los alemanes.
Cuando hice el modulo de sangre de de inocentes, tenia intención de que la historia se metiera de lleno en el inicio del conflicto. Pero no supe llevar los tiempos y me quede en el final del segundo bienio, una epoca en si muy interesante también.
Repasando notas de cuando planificábamos esto...
Llevamos dos horas de camino, nos quedan por lo menos cuatro. Tres hombres a cada lado, demasiado juntos. La caja en medio, en el suelo. Es la mitad de grande que un ataúd pero pesa fácilmente lo que tres. Sé de lo que hablo, he llevado muchos ataúdes últimamente. Apenas la hemos movido ciento cincuenta metros entre cuatro y la cuerda por donde se ase me ha dejado los dedos en carne viva. Y huele muy mal. Ninguno sabemos lo que hay dentro. Pero no preguntamos. Roberto piensa que es oro. Pancracio dice que son documentos que los alemanes dejaron en Villada.
El camión no lleva insignias. Pero bueno. Todo el mundo sabe que somos nosotros. Los otros y los nuestros. Los otros, el enemigo. Miro a mis compañeros y veo cansancio en sus ojos. En los de Matías quizá también miedo. Creo que es la primera vez que sale de casa. La primera vez que está en la guerra.
Tres golpes desde la cabina hacen resonar, y temblar, el liviano separador de metal. Nuestro conductor habla alto y claro.
- Accidente. Paramos.
Miguel Ángel y Pancracio revisan sus fusiles. En la guerra aprendes a no fiarte. Yo pongo la mano en las cachas de mi pistola. Tengo el hábito de hacerlo de cuando en cuando. Ahora con mayor motivo.
Me gusta lo que leo...
Me lo dicen mucho.
A mí también me gusta. ¿Comienzo de relato o intro de escenario?
Un relato “de apoyo”.
Si yo cuando era joven escribía muy bien...
Todo tranquilo. Algún desgraciado que no vio un socavón en el camino. O los maquis que le dispararon a las ruedas para robarle la carga. El conductor está muerto y el camión vacío. Roberto se ha asegurado de que ya le hubieran quitado todo lo de valor. ¿La caja se ha movido? Lo sé porque durante el camino me estaba fijando en un nudo de la madera del suelo del camión. No lo habría hecho si hubiera tenido otra cosa en que entretenerme. Pero no la tenía. Estaba parcialmente tapado por la caja, y ahora lo veo entero. ¿Habremos pasado un bache y ha saltado y no me he fijado? ¿La habrá movido alguien al bajar o subir? No. No creo que una persona sola pueda mover la caja solo empujando.
* * *
Roberto saca un bulto envuelto en papel parafinado de su abrigo. Es un bocadillo. Retira el papel con cuidado para llevárselo a la boca. Pablo le mira.
- Es un bocadillo de panceta. ¿De dónde lo has sacado? Dame un trozo.
- Una mierda.
- Te doy la mitad de mi petaca de anís.
Roberto apoya el papel parafinado en la caja y sobre él el bocadillo. Recoge su petate del suelo y lo abre. Saca una bufanda que deja sobre su propia rodilla, y una caja de puros, que es donde guarda el tabaco de liar y el papel, y se la deja en el regazo. Y saca un cuchillo de cocina. Devuelve el resto al petate y lo baja dejándolo descansar contra su pie derecho. Va a cortar el bocadillo con el cuchillo. Pancracio abre mucho los ojos.
- No hagas eso.
- ¿Qué pasa, se va a romper la caja?
El camión toma un bache y da un salto. A Roberto se le cae el cuchillo de la mano y va a parar a los pies de Miguel Ángel, a su derecha.
- Dámelo.
Miguel Ángel recoge el cuchillo.
- Ahora es mío. - dice con media sonrisa, la mitad que deja ver su diente de oro.
- Dámelo.
- Toma.
Roberto recoge el cuchillo de la mano de Miguel Ángel y corta el bocadillo en dos. Le da una mitad, la más pequeña, a Pablo.
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