Publicado por vez primera en marzo de 1941 en el fanzine Scorpio.
Basado en un fragmento del Necronomicón citado en el relato The Festival de H.P. Lovecraft:
Las cavernas interiores no están hechas para que sean sondeadas por los ojos que ven, porque sus prodigios son extraños y terribles. Maldita sea la tierra donde los pensamientos muertos viven de nuevo en un cuerpo singular, y maldita sea la mente que no está confinada en su envoltura corporal. Sabiamente dijo Schacabao que dichosa es la tumba en la que ningún hechicero ha yacido, y dichosa de noche la ciudad en la que los han reducido a cenizas. Pues de antiguo se rumorea que el que ha vendido su alma al demonio jamás abandona su osario de arcilla, sino que ceba e instruye al mismo gusano que roe, hasta que de la corrupción brota una vida espantosa y los sucios carroñeros de la tierra se multiplican para inundarla y se hinchan monstruosamente para emponzoñarla. Se excavan en secreto inmensas galerías, allí donde debían bastar los poros de la tierra, y han aprendido a caminar unas criaturas que estaban condenadas a arrastrarse eternamente.