Mensajes de Entwistle

Bueno, allá vamos. (Vaya por delante que estoy evitando leer los vuestros antes de escribir los míos, supongo que para no condicionarme).

Se trata de un joven bien parecido, apuesto y simpático. La mayor parte del tiempo luce una sonrisa afable que, como una perla, adorna su cara dándole un contrapunto de claridad a su perfectamente perfilada barba. Se esfuerza por agradar constantemente, y por eso mismo resulta tan incómodo lo irritante que me resulta su presencia. Cada opinión que manifiesta, cada mínima conversación, incluso cada gesto me despierta la más abyecta animadversión. ¿A qué podría deberse? Quién sabe… Puede ser, simplemente, que la falta de empatía que transmite me provoca ese rechazo natural. ¿Falta de empatía? Desde luego. Sin duda se debe a esa moda actual por la cual todo tiene siempre que estar bien, que ser correcto, lo que termina haciéndole cuestionar las más mínimas y elementales consideraciones de respeto y cortesía que todos debemos guardar; por no hablar de que a veces actúa como si me conociese de toda la vida, lo cual está en las antípodas de ser cierto.

También puede ser, desde luego, que simplemente lo odie. Sin más.

Mis pasos resuenan al avanzar por el atrio. El sonido es seco y directo, y se amplifica gracias al eco que rebota alrededor. El leve tropiezo de mi pie contra el pequeño escalón que antecede al pórtico se combina con el cambio de temperatura de la transición desde el exterior al interior. El ambiente es cerrado, húmedo. El rítmico tintineo de una gota de agua se sostiene a mi lado, como si una de las pilas de Agua Bendita tuviese una pequeña rendija que filtra su sacro contenido hacia el suelo. Acompaso la respiración al goteo del agua, y entonces me sumerjo en la atmósfera del edificio. Muy cerca escucho el crepitar de las llamas de las promesas encendidas por los fieles, con su familiar sonido a papel arrugado. La retorcida voluta de humo que asciende hasta la cubierta pasa primero por mis fosas nasales, al tiempo que se mezcla con el alegre y perfumado olor del incienso que se quema en alguna capilla de las naves laterales: Flores y resina alzándose juntos en incruenta ofrenda al Creador.

¡Lo de Los sauces también me arrancó una sonrisa!

Vale que Nick sobreactúa, vale que lo de las alpacas es de haberse fumado algo chungo y vale que lo del viejo Ezra sea incalificable; sin embargo, con todo y con eso, me ha parecido una película muy bien narrada, con mucho ritmo, con una fotografía increíble, y muy efectiva a la hora de retransmitir el descenso a la locura de la familia.

Por mi parte coincido plenamente con la crítica que, en su día, hizo Ned en Susurros.

Ah, y también espero que hagan Dunwich, con Nick de nuevo, desde luego.

PD: Lo que sí que me sobra son los tentáculos que le pusieron a la mutamantis que sale del pozo. No le veo la necesidad a materializar eso, ni siquiera como guiño a la convención de género.

De poco te servirá lo que yo te diga a través de una pantalla Gorgo, y sin embargo no puedo evitar mandarte ánimos. Cuídate amigo; cuidáos todos.

Efectivamente, Bajo nuestros pies tiene una historia vinculada, aunque ni es continuación ni precuela, por lo que puede leerse de forma independiente: La codicia del pescador.

Edito: Veo que Francisco Javier Olmedo tiene un volumen con tres relatos lovecraftianos (escritos cuando contaba 20 años). Vestigios de un mundo olvidado. Lamentablemente, no tiene edición digital; en cualquier caso, lo dejo aquí a modo de curiosidad.

Si mal no recuerdo, Bajo nuestros pies tiene una continuación.

Acabo de verla; en resumen (espero explayarme más mañana), me ha gustado mucho y creo que es una de las mejores adaptaciones (pocas veces el uso de esta palabra estuvo tan justificado) que se han hecho sobre los relatos del Abuelo.

Saludos. Ahora a dormir. Buenas noches.