—...ambos hemos estudiado los libros en los que el Tsalal se fue revelando gradualmente como el mismísimo núcleo de nuestro universo, aunque sus autores permanecieran ignorantes de las revelaciones que perpetraban. Fue de uno de los más iluminados de esta secta de narradores góticos de donde tomé el nombre de ese personaje. ¿Recuerdas, Andrew, las aventuras de un tal Arthur Pym en una tierra fantástica donde todo, sus gentes y el paisaje, es de una negrura perfecta: el país antártico de Tsalal? Era esta una de las mejores evocaciones que encontré sobre esa negrura que nadie había visto jamás, una revelación literaria de la existencia sin alma ni sustancia, sin significado ni necesidad...