Me es poco menos que imposible presentar o analizar seriamente a Lovecraft; vengo leyéndolo desde que tenía trece años, y tengo sobre él una serie de ideas que quizá no respondan a ninguna realidad objetiva; puedo decir que forma parte de mi paisaje interior habitual, como los recuerdos de las ciudades en las que he vivido, como las caras de mis más antiguos amigos... Y no me divierte, ni creo que resultase tampoco muy divertido para quien me lea, dar del caballero de Providence una larga semblanza biográfica. Diré que fue pobre y triste. Nació casi con el siglo, y lo sufrió; su época amada era el dieciocho inglés, pero supongo que hubiese detestado ese siglo de igual manera que detestó el veinte americano (...) Era feo, con rostro de cabra o de pez; odiaba el mar y todo lo que de él venía, odiaba el aire frío, odiaba los tañidos de las campanas, odiaba a los negros, odiaba... Una semblanza de su carácter sería un largo recuento de fobias (...) Su madre debió de ser una arpía impregnada de prejuicios sociales y raciales, que insultaba a su hijo mientras lo cubría de bufandas (...) y su padre era un borracho que murió sifilítico. La infancia de HPL fue solitaria y triste (...) paseaba solo, leía con voracidad y adoraba a los Dioses de la Grecia Clásica. Se casó con una mujer que le recordaba a su madre, y pronto se separó de ella por eso, porque le recordaba a su madre. Vivió siempre en la pobreza, dedicado a corregir el estilo de cuentos de terror; le gustaban los helados y tenía muchos amigos, casi todos corresponsales. Murió joven, de cáncer de intestinos y de hastío. Lo demás está en sus obras.