Iniciar sesión

Los Micros de Cthulhu

Volver al foro de Mitos de Cthulhu



Pág. 21/53
Dexter Willoughby
10-02-2013 10:17

585 mensajes
Web

Entonces... ¿hay límite de 300 palabras o no?

Entwistle Bibliotecario
10-02-2013 10:26

6255 mensajes
Twitter Web
↕ 8 minutos ↕

Estoy muy de acuerdo con lo que se ha dicho de la organización por extensión y temática. Seguro que al final sale un librillo estupendo.

Y continuando el comentario de ligrix, personalmente me gustaría para mi nombre el formato Autor (Pseudónimo).

Dicho esto, vamos allá.

El espejo

Cada vez me cuesta más mirar mi reflejo en ese espejo. Y no sabría decir por qué, a priori no debe de ocurrir nada raro. Ya sé que el vidrio es un material amorfo y que, de alguna extraña manera, fluye. Se desliza en intrincadas e inescrutables corrientes mientras permanece atrapado en su marco. Todos hemos visto alguna vez esas ondulaciones cuando miramos de refilón por una ventana.

Sí, debe ser eso, las extrañas propiedades del vidrio. Pero, ¿hasta qué punto es normal que ese movimiento se acelere? Esta mañana la imagen reflejada era más oscura. No le dí más importancia, pero a mediodía, cuando pasé por delante, me pareció ver por el rabillo del ojo que mi reflejo avanzaba a menor velocidad que yo mismo. La mañana fue ajetreada y el cansancio me jugó una mala pasada, seguro.

Pero... ¿Y esta noche? Cuando me miré de frente, me pareció ver que mi reflejo sonreía. Duró sólo un instante, pero juraría que así fue. Esto puede parecer una locura, pero pareció tan real, tan... físico.

De modo que lo he decidido, mañana mismo descolgaré ese espejo y lo tiraré. Compraré uno nuevo, uno en el que el vidrio no haya tenido tanto tiempo para formar esas extrañas corrientes que juegan malas pasadas.

Al levantarme hoy lo primero que hago es acercarme al espejo. Me coloco frente a él. Es curioso, porque ahora todo parece normal. Entonces, cuando levanto las manos y toco la pulida superficie de vidrio, veo como todo el reflejo parpadea. ¿El reflejo? Tal vez he parpadeado yo mismo y no me he dado cuenta. Sí, seguramente sea eso, qué tontería.

Me doy la vuelta un momento con la intención de dirigirme al interruptor y encender la luz. Es mejor ver bien donde está el enganche para evitar que se me caiga.

Entonces, al girar, noto, súbitamente, una húmeda y fétida vaharada de aliento sobre mi nuca.

Misne Bibliotecario
10-02-2013 10:48

4026 mensajes
Twitter Web
↕ 22 minutos ↕

Respecto al límite orientativo del pricipio (300 palabras), podría ampliarse a 500 máximo. Creo que más extensos ya no serían microrrelatos, ¿no?

iulius
10-02-2013 10:49

1655 mensajes
Twitter Web
↕ 1 minuto ↕

Seamos flexibles con nuestros micros, démonos vidilla XD. 500 palabras es razonable. Más allá ya empiezan a ser otra cosa, estoy con Misne

salino
10-02-2013 11:21

4442 mensajes
Twitter Web
↕ 32 minutos ↕

Bueno, si el relato lo pide, 500 es un máximo razonable. Entro, en este último, has clavado el título. Genial.

Walter Purgis

—¿Papi, existen las brujas?

—No, mi amor. Existen las hadas —Sonrió el padre.

La pequeña sopesó la respuesta, su padre nunca mentiría. Desde que su madre los abandonara, habían compartido cada segundo de vida en su largo viaje por los estados. Habían trazado fuertes lazos de confianza en la solitaria cabina del coche, en los restaurantes de carretera, en las habitaciones de alquiler. Ella nunca dudaría de la palabra de su padre.

—¿Papi, me lo prometes?

—Te lo prometo —respondió antes de apagar la luz y arropar a la pequeña.

Pero aquella promesa le haría eco eternamente después de media noche.

«Te lo prometo». Mientras veía alejarse a su hija entre sueños…

«Te lo prometo». Seguida por una rata negra como la pez.

«Te lo prometo». Y cogida de la mano de una mujer descalza y de mirada diabólica.

«Te lo prometo». Atravesaron la pared y no volvieron jamás.

Santiago Eximeno
10-02-2013 13:42

499 mensajes
Web
↕ 2 horas ↕

¿Y 577?

Es por recuperar este, publicado en el 2009.

La Bella Durmiente (un cuento infantil)

Érase una vez una bella joven llamada Talía cuya pasión consistía en dejar pasar las horas muertas junto a su ventana, observando a la gente. Su condición de princesa le permitía veleidades como aquellas, y no tomaba en consideración las continuas quejas de sus padres sobre su comportamiento. Ellos, sabedores de que una terrible maldición pesaba sobre su hermosa hija, procuraban acceder a todos sus caprichos murmurando débiles protestas pero nunca obligándola a hacer algo que no deseara.

Sin embargo, a pesar de todo ello, un día de lluvia la princesa decidió visitar la parte alta del castillo, encontró una rueca de hilar lino y se pinchó el dedo índice, justo bajo la uña, con una astilla.

Quedó entonces tan dormida que parecía muerta.

El reino vivió la tragedia con dolor, y en menos de diez años todos los habitantes abandonaron el castillo y las casas y los campos, mientras una maraña de espinas crecía alrededor del lugar, ocultándolo a los ojos de los hombres.

Al menos esa era la historia que Giambattista, noble napolitano, había oído de boca del hombre que, impaciente, permanecía de pie a su lado. Contrahecho, poco agraciado, con un rostro de ojos saltones y labios gruesos, el emisario le había narrado la historia con voz gutural, haciendo hincapié en dos puntos: la belleza de la princesa, y el tesoro oculto en las mazmorras del castillo.

—Yo, si fuera usted, no lo dudaría un instante —dijo el hombrecillo con voz profunda—. Vamos para allá, le da usted un beso a la princesa, y nos repartimos el oro entre los dos.

Giambattista sonrió y le palmeó la espalda, aprovechando para acariciar su chepa y agenciarse un par de años de buena suerte. Lamentó no haber comprado aquella mañana un boleto en el sorteo de las fiestas de la ciudad.

—Francamente, amigo mío, la aventura que me propones exalta mis sentidos —dijo Giambattista—. Y, ¿qué tipo de hombre sería yo si no accediera a acudir al rescate de una dama en apuros?

Así, convencido, Giambattista se dejó embarcar en una maltrecha embarcación tripulada por marineros de aspecto similar al de su acompañante y viajar rumbo al lugar donde descansaba la bella durmiente. No tardaron más de dos días en avistar la isla, y al llegar allí el noble napolitano, que se había mareado durante el viaje tantas veces que había perdido peso, desembarcó de un salto y besó la arena negra de la playa.

—¿No bajáis? —preguntó mientras avanzaba hacia el lugar donde debía descansar la princesa, una edificación derruida cubierta de musgo blanquecino.

—Oh, no, no, señor —le respondieron—. Debe ir usted sólo. Si no, no despertaría.

Y le vieron adentrarse en la isla mientras gritaban:

—¡No lo olvide! ¡Un beso!

Giambattista, sin perder su sonrisa, se aventuró en el interior del edificio. Un olor a cerrado, a mares remotos, le invadió. Resbaló en unas escaleras de piedra, gritó. Terminó arrodillado frente a una enorme puerta negra entreabierta, y vio surgir de ella colosales seudópodos que precedían a una mole enorme, más grande de lo que la vista, y la mente humana, podía abarcar. Y, en ese preciso instante, fue cuando el terror se abalanzó sobre él de la forma más brutal posible.

—Dios mío —susurró, mientras notaba la orina caliente deslizarse por la pernera de su pantalón y todo el hedor del único habitante de R'lyeh se abalanzaba sobre él—. ¿Tengo que besarle?

Santiago Eximeno
10-02-2013 13:45

499 mensajes
Web
↕ 2 minutos ¿No hubiera sido mejor editar el mensaje anterior?

Regalo de cumpleaños

-Un Pikachu, por el amor de Dios, te pedí un Pikachu -le susurra la madre al consternado padre mientras los pseudópodos del peluche de Aquello Que No Está Muerto envuelven al niño.

ligrix
10-02-2013 21:35

1526 mensajes
Web
↕ 7 horas ↕

Salino, no te preocupes, hombre precavido vale por dos.

El micro muy chulo.

Gracias por comentar el libro en la biblioteca. Me alegro de que te gustara.

A ver si me vienen ideas para otro micro

Entropía Bibliotecario
11-02-2013 10:36

16587 mensajes
Twitter Web
↕ 13 horas ↕
Tal como dijo Esculapio0:

No voy a participar en este hilo, quería que lo supierais.

Me encanta ese micro .

Saludos,

Entro

iulius
11-02-2013 11:38

1655 mensajes
Twitter Web
↕ 1 hora ↕

La catedral del mar

"Aquí". El orgulloso índice del Archipapa, arrojado a ciegas sobre el mapamundi, designaba un punto indeterminado en el inmenso azul virgen del Pacífico Sur, lejos de la isla más próxima: Ponapé. "Aquí se erigirá la primera catedral abisal que el mundo haya visto. Y será inaugurada por Nos antes del año de Nuestro Señor de dos mil doscientos veintidós".

Zanjada así la polémica sobre su ubicación —pues nadie hubiera osado contravenir el dogma de la infalibilidad archipapal—, las perforaciones submarinas comenzaron tan pronto como fue posible trasladar la ciclopea maquinaria al lugar señalado, 47º 9' S, 126º 43' O.

Como bien sabemos, la subsecuente extinción de la raza humana impidió que llegara a levantarse piedra sobre piedra. No obstante, nada nos permite cuestionar la infalibilidad de quien fuera su Archipapa: "la primera catedral abisal que el mundo haya visto", sí, cientos de millones de años antes de que el primer simio se irguiera sobre las patas posteriores. ¡Iä!

Pág. 21/53

Nueva opinión



Twittear
Los Micros de Cthulhu

Etiquetas
Proyectos ●●
Literatura

Opiniones (526)
En Leyenda.net
Te pueden interesar...
Presentación Calabazas en el Trastero Especial Mitos de Cthulhu
Talehounds of Leyenda
Legendarium IV

Últimos mensajes Feed
Hoy a las 15:53: Mensaje de JonathanStrange en Yo soy Providence. La vida y época de H.P. Lovecraft (I) (sección de Biblioteca)

Hoy a las 15:41: Mensaje de JonathanStrange en Arkham Horror The Roleplaying Game (sección de Noticias)

Ayer a las 13:37: Mensaje de Talegotejouhns en Extraños eones (sección de Biblioteca)

24-06-2024 09:01: Mensaje de Rosenmaurer en Juegos de rol de los mitos (foro de Mitos de Cthulhu)

24-06-2024 08:55: Mensaje de Rosenmaurer en Shangri-La 93 (sección de Biblioteca)