Página 2/7 |
Desde luego, ir a los museos de arte moderno es perder COR
A ver dónde te crees tú que se me ocurrió el micro-relato, chato. En el Reina Sofía, como debe ser
La píldora del día después
¿Cómo pude hacerlo con un tío así, y sin protección ni nada? Vale que iba borracha, pero ni por esas me lo explico. Debió de ser algo que me echaron en la bebida, menudos cabrones.
Por suerte estoy preparada para este tipo de imprevistos, siempre llevo en el bolso una píldora del día después. Compruebo que no esté caducada, y me la trago antes de que puedan impedírmelo. Que hagan lo que quieran con mi cadáver, pero no pienso dar a luz a otro de sus monstruos.
¿Reflotamos los micros?
Esa era mi idea, pero se ve que cuesta .
Saludos,
Entro
Esa era mi idea, pero se ve que cuesta .
Es que sólo hiciste un microintento...
Os estoy marcando el microcamino .
Saludos,
Entro
a pensar, que hay que reflotarlo :)
Aserejéajádejédejebetudejébereseibiunouvamajaviandebuguiandegüiniripí, canturreó el grumete. ¡La invocación correcta! aulló Cthulhu, aún somnoliento.
(perdón, perdón, es sólo para recordaros que sigue existiendo este proyecto)
Error de sistema
Los Primordiales rodearon la cápsula de alteraciones genéticas que señalaba un posible fallo de operaciones.
Cuando llegó el operador Primordial, desconectó la alarma y revisó la lista de funciones. Había un error de computación en la cadena experimental de ADN, no había duda pero no podía ser. Los cálculos de sus avanzados nanoprocesadores neuronales nunca cometían errores y sin embargo allí estaba, delante de sus tentáculos sin poder pestañear.
El operador reseteó la cápsula, tiró el despojo que había generado la fallida operación y puso cara de tonel como si no hubiera pasado nada. Seguramente habría que actualizar la base de los antivirus neuronales ―pensó mientras los demás Primordiales volvían a la rutina― tenía que revisar todas las cápsulas de alteraciones genéticas. Menudo engorro, era casi la hora del almuerzo y aún no había desayunado.
Recordó en ese preciso momento el despojo bípedo y lleno de pelo que había formado la cápsula, había que destruirlo. Así que volvió al cubo de la basura para poner fin al error de sistema, pero el cubo estaba vacío.
El operador Primordial miró en todas dimensiones, nadie lo había visto, si se daba prisa no tendría que esperar cola en el comedor...
Venga, from lost to the river
Follamigos
La chica me gustaba desde hacía tiempo, para qué vamos a engañarnos. Éramos colegas de pandilla, amigos incluso, pero yo ansiaba que hubiera algo más entre nosotros. Intentaba hacerme el simpático con ella, le soltaba alguna indirecta de vez en cuando, pero de amistad no pasaba la cosa.
Pero todo eso cambió tras un festival al que fuimos varios del grupo. Allí nos quedamos los dos medio solos entre la muchedumbre y nos lo pasamos en grande bailando y bebiendo. Luego volvimos juntos a la ciudad en mi coche y congeniamos aún más. Empezaron algunas confesiones íntimas, miraditas cargadas de intención, y yo estaba a punto de lanzarme a la piscina cuando fue ella la que habló. Se notaba que quería decirme algo importante, así que le cedí el turno.
—Mira —comenzó titubeante—, bajo ningún concepto quiero que dejemos de ser amigos, pero creo que tú y yo… vaya, que si te gustaría que fuéramos follamigos.
La cabeza casi me estalla al oír sus palabras, y tuve que agarrar con firmeza el volante para no provocar un accidente. Qué fuerte. La verdad es que yo prefería el clásico término “amigos con derecho a roce”, me parecía más elegante que todo eso de follamigos que se había puesto tan de moda, pero no iba a pararme en disquisiciones dialécticas ante semejante propuesta por parte de una chica tan atractiva.
—Claro, seamos follamigos, ¿por qué no? —dije, como el que acepta un porro—. Si no pasa nada.
—Eso digo yo. Pues si te parece podemos empezar ya, porque estoy que no aguanto más. Tengo el bichillo ansioso, si entiendes lo que quiero decir.
Uff, qué fuerte iba la tía. ¿Me quedaban todavía condones en la guantera? Bueno, había que controlar la situación como fuera.
—¿En tu casa o en la mía? —pregunté con falsa serenidad.
—¡En mi casa, claro! Conduce, yo te indico.
Y eso hice, mientras de refilón me la comía con la mirada. Aparqué donde me indicó, en un barrio periférico, y subimos juntos las escaleras de un viejo edificio.
—¿Vives aquí?
—Sí, desde que me largué de casa de mis viejos. Esta es mi puerta, pasa. —Abrió con sus llaves y me precedió por el pasillo—. Es en esa habitación, puedes ir desnudándote que yo ahora voy —indicó picarona. Y para allá que fui, ya con los pantalones en la mano.
La horrible visión que me recibió en el cuarto resultó indescifrable para mi mente. Sólo pude gimotear aterrado ante aquellos horribles seres sonrosados, cuyas patas quitinosas me apresaron con fuerza mientras hacían pedazos la ropa que me quedaba encima y tiraban de mis muslos en dirección a sus abominables anatomías.
—Menos mal que te has ofrecido a ser también un follamigos —oí que añadía ella desde el marco de la puerta, ajena a mis chillidos, mientras me veía arrastrado lenta pero inexorablemente hacia aquellas criaturas—. A mí ya me tienen frita con tantas ansias de experimentos xenosexuales…
Página 2/7 |