Originalmente escribí este artículo como apéndice histórico de El poder del adivino, otro módulo para La Llamada de Cthulhu que aún no hemos subido a Leyenda.net
A pesar de lo que pueda ser habitual en las partidas de La Llamada de Cthulhu, los años 20 no se distinguieron por ningún fervor esotérico, antes al contrario. Tras la Gran Guerra, la ciencia se alzaba ante los ojos de la gran mayoría de la gente como la panacea universal, y cualquier cosa que fuese (o simplemente pareciera) científica tenía un éxito asegurado.
Debido a ello, las prácticas ocultistas de décadas previas hubieron de adaptarse, bien adoptando una apariencia científica, o bien pasando a integrarse como religión o como filosofía. Esto quiere decir que difícilmente se puede dar en esta época la situación de finales del siglo XIX, cuando un buen charlatán podía hacerse famoso, si no en todo el mundo, sí al menos a nivel nacional. Los Guardianes han de tener en cuenta esta reacción común en contra de la superstición y las formas más clásicas de ocultismo por parte sobre todo de las clases medias, que estaban ansiosas de adquirir cultura y conocimientos formales. Por supuesto, ese sano fervor científico podía también servir para disfrazar prácticas pseudocientíficas que carecían de base real, pero que atraían igualmente mucho interés y a veces incluso fuertes inversiones. Por otro lado, que en general no se apoyase el esoterismo clásico no implica que éste desapareciera, especialmente en lo que se refiere a las clases más desfavorecidas y sin acceso a la cultura, que siempre son las que más recurren a charlatanes y adivinos en busca de esperanzas.
Dentro de este marco de desconfianza general hacia las prácticas mágicas, nos encontramos con cierto número de casos que demuestran que la superstición no desapareció del todo, y en algunos casos incluso se fortaleció, como detallamos a continuación:
La afición popular por las predicciones no desapareció, aunque se tomaba menos en serio. Los periódicos con poco prestigio podían incluir consultas de adivinos respondiendo preguntas sobre el futuro material o afectivo de los lectores y similares. La aparición de horóscopos en los periódicos, casi con el único objetivo de entretener, se puede marcar como generalizada al menos desde finales de la década o primeros años de los '30. El American Astrology Magazine, publicado a partir de 1923, marcó un crecimiento de la astrología que culminó en 1928 con la fundación de la Federación Americana de Astrólogos, que intentaba apartarse de cualquier parafernalia mágica. Recordemos además que Plutón fue descubierto en 1930, aunque se sospechaba su existencia desde años antes, lo que avivó el interés por los astros. En Alemania este interés por la astrología fue muchísimo mayor, y al final de la década se publicaban allí seis revistas al respecto. No es de extrañar que el curandero Joseph Weissenberg (que prácticamente sólo recetaba queso blanco) tuviera tanto éxito y fundara una comuna cerca de Berlín que no fue anulada hasta la llegada de los nazis.
El tarot, por supuesto, ya era muy antiguo y en esta época adquirió su aspecto y configuración actuales. El de Paul Foster Case (antiguo teósofo) se considera uno de los más fieles a la tradición hermética original. El tarot de los magos (Wirth, 1927) y el de Knapp (1929) son también de estos años. Aun así, probablemente la gitana que eche las cartas a los personajes en la feria de Arkham no use estos sistemas modernos.
Ya que están, también podrían hacer que les leyera la palma de la mano. La quiromancia es un arte muy antiguo, pero fue a finales del XIX cuando se le intentó dar un carácter pseudocientífico, para lo que se aconsejaba tener en cuenta la forma general de la mano, longitud de los dedos, etc., y no sólo las líneas de la palma. William John Warner, más conocido como Cheiro, fue un importante vidente y quiromante de principios de siglo, publicó varios libros como 'El Lenguaje de la Mano de Cheiro' (1894, reimpreso hasta el '35), 'Tú y tu mano' (1931), 'El Libro de los Números de Cheiro' (1926), etc.
Otra afición muy popular en los años veinte era el tablero de ouija, que data de 1853. Hasta principios de siglo se solía jugar simplemente con un vaso y unas cartas dispuestas alrededor con las letras del alfabeto y el "sí" y "no". Pero en los '20 se puso de moda como juego de mesa (las instrucciones solían venir impresas en el reverso), con tanto éxito que hasta las revistas serias y de gran tirada como el Saturday Evening Post le dedicaban artículos e incluso columnas periódicas. Casi todas las familias tenían su tablero de ouija, y el comercialmente más extendido era el de William Fuld (cuyos derechos años después compraría Parker Brothers y después por Hasbro hasta llegar a la actualidad).
La psicología y el psicoanálisis supusieron una auténtica fiebre en los años 20, y a su sombra nacieron prácticas "paralelas" que buscaban también, con mayor o menor fortuna. Se considera que la parapsicología como tal nació en 1882 con la fundación en Londres de la Society for Psychical Research, pero fue en la década que nos interesa cuando se desarrollaron métodos estadísticos y científicos de poner a prueba estos poderes, que dieron visos de ciencia a dicha disciplina. J.B. Rhine, antiguo profesor de psicología en Harvard, diseñó tests para medir la clarividencia y otros poderes sencillos como la telepatía. Aunque consiguió resultados positivos, los análisis de sus estudios han demostrado que eran poco serios e incluso fraudulentos. Él fue sobre todo quien impulsó el término "percepción extra-sensorial" y el uso de "parapsicología" en vez del anterior de "investigación psíquica".
El hipnotismo fue antiguamente conocido como mesmerismo en honor a su supuesto descubridor, Franz Anton Mesmer, durante el siglo XVIII. Mesmer trató de englobar la hipnosis dentro de la ciencia más tradicional basando su funcionamiento en cierto "magnetismo animal" que equivaldría a una forma de fluido magnético normal. A mediados del XIX sus teorías habían sido refutadas y el mesmerismo ya no era popular como ciencia, pero otros muchos grupos (médiums, espiritualistas, etc.) usaban la hipnosis para sus propios fines. En los años 20, psicólogos como Clark L. Hull desmitificaron la hipnosis tras una serie de investigaciones experimentales, y la clasificaron como una función normal de la mente humana, que depende de la imaginación y sugestionabilidad de cada uno. Emile Coue, que tuvo un éxito mundial a mitad de la década con sus teorías de autoayuda y autosugestión (su lema de "Every day, in every way, I am getting better and better" era repetido cada mañana por millones de norteamericanos desde 1923) afirmaba que toda hipnosis es en realidad autohipnosis, y que ha de usarse para mejorar nuestros defectos.
Fue ésta también una década de fraudes médicos. Los testigos de Jehová adoptaron unos métodos de diagnosticar y curar enfermedades conocidos como E.R.A. (Electronic Reactions of Abrams) en honor a su inventor, el Dr. Albert Abrams. Con este sistema se podían diagnosticar todas las enfermedades, incluso desde una sencilla máquina que cualquiera podía tener en su casa, la Electronic Radio-Biola, y posteriormente se inventó otra máquina para curarlas, la Radio Disease Killer. Ni que decir tiene que era un fraude total.
No fue un caso aislado. Empresas como la Thompson Plaster X-Ray Co. o la Wappler Electric Co, Inc. (entre muchas otras) pusieron en el mercado varias consolas médicas que soltaban impresionantes chispas de colores y curiosos ruidos y vibraciones. Su efecto principal era aplicar una corriente continua o alterna al paciente. Pueden servir para tratar algunos problemas físicos (como por ejemplo en la rehabilitación muscular), pero un investigador con verdaderas enfermedades puede verse en serios problemas si cae en manos de cualquier médico de pueblo aficionado a estos aparatos (alguno incluso podía generar rayos X, con su evidente peligro). Las curas milagrosas abundaban y casi siempre tomaban la forma de misteriosos aparatos que básicamente aplicaban corrientes eléctricas a distintas partes del cuerpo, cuyo efecto más positivo podía ser cierto placer íntimo.
Más peligrosos fueron los objetos que se pusieron de moda con el descubrimiento de la radioactividad. Se vendían bálsamos radiactivos, pastas de dientes, cremas de belleza, supositorios e incluso anticonceptivos con radio. Y encima la gente los compraba. Hasta había almohadillas radioactivas que el usuario debía ponerse cada noche bajo el escroto, como el Radiendocrinator. En estos casos uno sólo puede rezar porque fuera un timo y no emitiera radiación.
El espiritismo tuvo su época de mayor esplendor en la Inglaterra victoriana, donde todos situamos esas típicas sesiones de invocación de los espíritus de los muertos. Posteriormente su popularidad comenzó a declinar al descubrirse los fraudes y timos que suponían estas sesiones, pero tras la Gran Guerra vivió un auge cuando las pesarosas familias deseaban comunicarse con los jóvenes soldados muertos en vano en las trincheras. Las nuevas sesiones privadas derrochaban trucos como mesas que se alzan, instrumentos que tocan solos, mensajes escritos por los muertos, y toda esa parafernalia. Era fácil acabar creyéndoselo (y dentro de La Llamada, algunas sesiones podrían ocultar verdadera actividad sobrenatural).
Una famosa aunque controvertida médium de los años 20 fue Mina ("Margery") Crandon. Mujer joven y hermosa, era esposa del Dr. Crandon de Harvard. La cantidad de efectos paranormales que producía era asombrosa: posesión por el espíritu de su hermano muerto, trances, materializaciones, telequinesia, etc. (también se afirma que realizaba sesiones desnuda y que se acostó con ciertos investigadores). En 1923 un comité de Harvard declaró que los efectos telequinéticos eran fraudulentos, pero en esa misma época Mina y su marido se sometieron a las pruebas de la prestigiosa revista Scientific American, que ofrecía 2500$ a quien pudiera realizar un verdadero efecto paranormal bajo su control. Al principio parecía que Mina lo lograba, y los periódicos lanzaron primeras planas anunciando que se demostraban los poderes paranormales, pero Harry Houdini logró demostrar su fraude (lo cual, evidentemente, no disuadió a todos sus fieles partidarios, pero sí fue un duro golpe).
Y es que el gran Houdini fue un declarado perseguidor de este tipo de farsantes (práctica repetida por otros prestidigitadores), quizás porque él mismo en sus orígenes realizó sesiones similares, y así acabó granjeándose muchos odios. Él mismo fue un famosísimo escapista y mago conocido en el mundo entero, tan bueno que algunos de sus trucos no han podido ser todavía repetidos (hubo quien, incapaz de entenderlos, incluso afirmó que poseía verdaderos poderes arcanos). Antes de morir (de peritonitis, en 1926), confió un mensaje secreto a su mujer para demostrar la falsedad de los espiritistas; en los siguientes diez años ningún médium fue capaz de invocar su espíritu o de repetir su mensaje.
Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes) fue al principio amigo y después rival de Houdini, ya que Doyle sí creía ciegamente en los espiritistas. En su gira de conferencias sobre el tema durante 1922, su influencia fue tan grande entre el público (presente y por radio), que varias personas se suicidaron para llegar cuanto antes al más allá. Una mujer mató a su bebé y luego se bebió un producto de limpieza tras escribir una carta a Doyle diciendo que el espiritismo le había dado la idea; tardó una semana en fallcer en agonía. Y no fue el único asesinato de este tipo. Por otro lado lo cierto es que Doyle era muy crédulo; en 1920 había dado por verdaderas las fotos de dos adolescentes en el campo rodeadas de pequeñas hadas (un montaje ridículamente sencillo) y hasta escribió un libro al respecto.
La Sociedad Teosófica fue fundada en 1875 en Nueva York por Madame Blavatsky, hija de aristócratas rusos, que afirmaba haber estado siete veces en el Tíbet (algo prácticamente imposible para un extranjero). La teosofía consistía en una metafísica esotérica, en principio no relacionada con el cristianismo sino con las enseñanzas espiritistas y neopaganas, una mezcla de ciencia y filosofía con las religiones más tradicionales. Aunque es una mezcla confusa de enseñanzas variadas, sin mucha sustancia, la teosofía cree en la reencarnación, en la existencia de un plan global de "mejora" de todos los seres vivos, y la presencia de personas que ya han alcanzado la perfección y guían a los demás. Muchos de los primeros investigadores "serios" de las artes ocultistas pertenecían a una u otra corriente teosófica.
La teosofía anima la comprensión de los poderes ocultos de la mente y los sucesos inexplicables de este mundo. Por ello, aunque en los años 20 la Sociedad Teosófica en sí había perdido mucha influencia, otras asociaciones teosóficas y esotéricas como la orden del Amanecer Dorado adquirieron un carácter más secretista al tiempo que seguían explorando las ciencias ocultas. Se dice que los Illuminati y los Rosacruces se hicieron muy populares en la agitada Alemania de los años 20, y que contribuyeron a formar las doctrinas nazis, aunque esto último nunca se ha demostrado concluyentemente y en muchos casos proviene de la ficción.
Muchos de estos grupos se escindieron sucesivas veces siguiendo a un líder carismático o una nueva corriente de pensamiento, y en la mayoría de los casos rechazaban la autenticidad de los demás cultos pese a su proximidad ideológica. Otros nacían intentando emular a grupos (supuestamente) ya desaparecidos como los templarios o los masones, tratando de heredar su legitimidad. Los investigadores con ansias ocultistas descubrirán que la mayoría de estas organizaciones recurren a complejos rituales y códigos de conducta entre sus miembros para ocultar la ausencia de verdaderos conocimientos prohibidos.
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Abundando en el tema, me he enterado hace poco de que en esta época se comercializó una cosa llamada psycho-phone, que pretendía ser un aparato sonoro muy sensible capaz de registrar mensajes de los difuntos, cuyos orígenes se remontan, o eso se aseguraba, al propio Edison. Incluso se publicaron libros con los supuestos mensajes del más allá llegados de personajes importantes de la historia.
Hay un poco de lío con este tema porque a finales de los años 20 se comercializó un aparato muy similar con el mismo nombre, pero que realmente era un gramófono que durante el sueño te repetía mensajes subliminales para ser mejor persona (a lo Brave New World Steampuk ). En cualquier caso, tiene gracia (aunque no tanta como irradiarse con polonio, por supuesto) y da para un escenario o lo que se tercie.
Saludos,
Entro
me he enterado hace poco de que en esta época se comercializó una cosa llamada psycho-phone, que pretendía ser un aparato sonoro muy sensible capaz de registrar mensajes de los difuntos, cuyos orígenes se remontan, o eso se aseguraba, al propio Edison.
No me la he leído aún, pero creo que merece la pena mencionar la reciente publicación (beta) en pdf de Mario Grande, La puerta de Edison, una ambientación para partidas de terror, años 20, con trasfondo espiritista, y que incluye reglas para La Llamada de Cthulhu, y que se encuentra disponible en su blog de Rol y Vicio
Me he enterado gracias a la rolesfera aquí
Saludos,
Misne
Parece interesante, aunque a primera vista me remito a lo que comenté para Crímenes y misterios: este tipo de iniciativas, con más tiempo y contenido serían mucho mejores.
Saludos,
Entro
Muy interesante y muy completo. Yo añadiría el uso fraudulento de algunos de los descubrimientos científicos de la época por feriantes para sacar el dinero a los incautos, en la literatura popular es habitual ver plagios de los inventos de Tesla o Edison para ello, incluso algunos de psicología como la caja de Thorndike de condicionamiento. Yo también incluiría a los fabricantes de tónicos que iban a las ferias con toda clase de remedios, pseudoherbolarios, y alquimistas (que tuvieron de nuevo auge en los años 20).
Cabe recordar también las psicoplastias o el uso de la cámara fotográfica para retratar energías espirituales (leit motif de la película Imago Mortis)
En estos años, la barrera entre la ciencia y la pseudociencia es muy fina...
Sí, son cosas que darían para un artículo por sí mismas, y que aportan muchas ideas de juego. El otro día estaba leyendo (precisamente porque sale en CthulhuTech) sobre las máquinas orgónicas de Wilhelm Reich para aumentar la salud y la potencia sexual (orgónico proviene de "organismo" y "orgasmo", espero que Escu no lea esto o se escandalizará). Es curioso que una ida de olla así acabe siendo parte de un juego de rol cthulhoideo (más o menos).
En estos años, la barrera entre la ciencia y la pseudociencia es muy fina...
Eso es eterno. Hoy pasa lo mismo en la medicina...
Saludos,
Entro
Me temo que tienes toda la razón Entro, por muchos siglos que pasen, la humanidad no cambia mucho: Power Balance, homeopatía, mediums y echadoras de cartas en televisión (Emitido anoche en telecinco http://blogs.elcorreo.com/magonia/2010/8/9/-mas-alla-la-vida-trucos-los-mediums-la-tele-para)...
Abundando en el tema, me he enterado hace poco de que en esta época se comercializó una cosa llamada psycho-phone, que pretendía ser un aparato sonoro muy sensible capaz de registrar mensajes de los difuntos, cuyos orígenes se remontan, o eso se aseguraba, al propio Edison. Incluso se publicaron libros con los supuestos mensajes del más allá llegados de personajes importantes de la historia.
De hecho el escritor español Emilio Carrere (1881-1947) tradujo parte de un escrito de Edison que hablaba de esto: La Comunicación con los del Más Allá. Aparece en Los Muertos Huelen Mal y otros cuentos espiritistas de Emilio Carrere, está publicado por Valdemar en el Club Diógenes con el número 281; libro muy ilustrativo sobre la fiebre espiritista y teosófica que también contagió a España. Emilio Carrere fue algo así como un escritor pulp de la bohemia madrileña, lo descubrí gracias a "su" (parece que no fue el único autor según Jesús Palacios) novela La Torre de los Siete Jorobados y me he convertido en un ferviente admirador. Cultivó muchos géneros y destaca en el cuento fantaterrorífico. Es llamativo que este tipo de relato corto se diera en España y más llamativo aún que no se conozca como debería, es una lástima que Carrere sea un autor de culto conocido por muy pocos. Muchas de sus obras de terror tienen un toque de humor negro socarrón, a pesar de ser un amante del ocultismo y el misterio mantenía su sano escepticismo. No tiene nada que ver con los mitos pero os lo recomiendo encarecidamente, puede dar muy buenas ideas para aventuras en España.
Gracias por el artículo, Entro. Anoté algunas cosas para proseguir con mi curiosidad sobre estos temas. Creo que a los jugadores de El Club Weiss les vendría bien leerlo.
No sé por qué,pero falta aqui la referencia a un libro que influyó mucho en los 30 años siguientes y que abrió una puerta falsa al esoterismo del tibet: el Bardo Thodol se publica en 1927 por Walter Yeeling Evans-Wentz.
Esto crea una expectacion falsa sobre la espiritualidad tibetana y se produce una orientalizacion de las teorias de los seguidores de Blavatsky, que acabarán en ruptura.
El libro tibetano de los muertos aparece como una sencilla guia para tontos del mundo espiritual, con sus pasos y fases preestablecidos. Esto da cancha a muchos falsos mediums de la epoca, que ahora todos "estuvieron estudiando en el tibet " De hecho, este libro es el que luego usa lobsang rampa en 1956 para escribir su nefasto El tercer ojo (1956), El médico de Lhasa (1959), y El cordón de plata (1960). Saludos
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