Me piden que explique por qué temo las corrientes de aire frío, por qué tirito más que otros al entrar en una habitación fría y parece como si sintiera náuseas y repulsión cuando el fresco viento del anochecer empieza a deslizarse por entre la calurosa atmósfera de un apacible día otoñal. Según algunos, reacciono frente al frío como otros lo hacen frente a los malos olores, impresión ésta que no negaré. Lo que haré es referir el caso más espeluznante que me ha sucedido, para que ustedes juzguen en consecuencia si constituye o no una razonada explicación de esta peculiaridad mía.