Hace algunos meses, Armitage y sus colegas detuvieron a un horror desatado que iba a destruir Dunwich, una apartada ciudad que se encuentra a varias horas de Arkham, hacia el noroeste. Al principio pensáis que esta bestia es un oso rabioso o algo peor, pero la descripción que hace el profesor de la criatura describe algo muy distinto.
Todo comenzó cuando un hombre llamado Wilbur Whateley entró en la biblioteca Orne en busca de la traducción al latín de Olaus Wormius de un libro llamado el Necronomicón. Wilbur ya poseía una ajada traducción al inglés del Dr. John Dee, pero no le bastaba para sus propósitos. Armitage le prohibió el acceso, pues temía el posible uso que pudiera darle al libro ese extraño hombre. Whateley volvió en secreto, con la esperanza de poder robar el libro, pero fue atacado por un sabueso guardián de la universidad. Más tarde, Armitage, Rice y Morgan descubrieron el cuerpo de Whateley. Una descripción del terrible cadáver –semiantropomórfico y cubierto de pelaje, con una piel coriácea y tentáculos de un color gris verdoso– os hace cuestionaros si Whateley era humano realmente.